En Bar Matadero las terneras tocan un nuevo tema de Duke Ellington. Dos corderos se enzarzan en una discusión banal, absurda, suben el tono, Otan sí, Otan no. El portero de Bar Matadero, un toro de Zalduendo hace acto de presencia. Bramido y la música vuelve a ser lo que más suena, los corderos vuelven a su trajín, clembuterol con soda. Miradas secas, lánguidas, duras, ásperas, hace calor, mucho calor, hace tiempo que las salas de refrigeración no funcionan. En la sala de despiece vip hay una despedida de pollos. Carcajean, pían, cantan y piden una nueva ronda de chupitos. ¡Chicas al corral! Grita Madame Caponata. Los terneros siguen con nuevos temas, algo de bossanova y versiones de María Jesús y su acordeón. Pajaritos a bailar y de los portones de Bar Matadero muchas risas, algún llanto, cuchillos afilados, ganchos ondulantes, golpes secos y etiquetas de trazabilidad. Mucho de esto último.
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