Preludio. Estamos ante una obra particular. 24 escenas, 24 preludios de Chopin. Una obra con toque de queda, una composición que dejará de sonar a medianoche. El teatro tiene hasta esa hora, pero la interpretación de su autor, Daniel Ortiz, quedará para siempre. Es sencillo. Un actor, 24 temas de Chopin y derribo declarado de esa llamada cuarta pared. El público es teatro y León de Vega necesita sentir que hay vida en las butacas.
El compositor austriaco Franz Liszt escribía en 1841 que los Preludios de Chopin son composiciones de un género completamente particular. No son solamente, como el título podría hacer pensar, piezas destinadas a ser tocadas como introducción a otras piezas; son preludios poéticos, análogos a los de un gran poeta contemporáneo, que arrullan el alma en sueños dorados y la elevan hasta las regiones ideales….Todo parece espontáneo, inspirado, de logro inmediato. Tienen el porte libre y grandioso que caracteriza a las obras del genio.
La obra adaptada por Daniel Ortiz es del escritor Jesús Ruiz Matilla, que confiesa que volver a tomar contacto con León de Vega le ha sorprendido. Por su perpetua irreverencia, su constante vitalismo, sus huidas hacia delante y su amor fanático a la música. Salvaje, tierno y autodestructivo, a León de Vega sólo le acompañarán los Preludios en su lucha titánica por convertirse en el mejor intérprete chopiniano de la historia con un último e inolvidable recital en París.
24 preludios y 24 momentos en el escenario…
…Preludio es una novela de Jesús Ruiz Matilla, y yo he respetado la estructura original, 24 capítulos correspondientes cada uno a un preludio de la obra de Chopin y de ahí parte la obra de teatro. 24 escenas correspondientes a esos capítulos. La magia de la novela que yo la he pretendido llevar a la función es que el tempo narrativo y el arco emocional del personaje, no sólo en la novela sino también en cada preludio de la obra de teatro, es directamente proporcional, paralelo, al arco emocional musical de cada preludio, los distintos estadios por lo que pasa Chopin. Cuando es allegro, molto agitato o cantabile se traslada con el mismo ritmo a León de Vega, el personaje.
Y Jesús Ruiz Matilla, ¿Cómo se tomó el hecho de llevar su novela a teatro?
La adaptación y dirección son mías y tanto estaba elaborada la función que hasta me atreví a decirle, no lo conocía, que tiraba para adelante con denuncia o sin ella…[Ríe]…por al contrario desde el primer momento me dio el visto bueno a todo. No me tocó ninguna coma y eso ayudó muchísimo, incluso quitando minutos al texto para que no se convirtiera en una maratón para mí y para el espectador.
¿Al espectador, en esta obra, se le exige mucho?
Al espectador se le demanda mucho en cualquier espectáculo, pero en Preludio creo que aun más. Se le pide una intimidad muy grande con el público desde el primer momento, y que León de Vega de alguna manera necesita para ganarse al propio espectador por lo difícil de su carácter.
¿Por qué generas esa relación con el público?
Al principio por dirección yo muestro al personaje en claroscuro, con recortes muy tenues de luz, porque aún nos se ha creado esa comunión con el público, pero a partir del cuarto preludio, la luz es más incisiva, donde le personaje desnuda su vida y es donde es necesario la interactuación del público. Y desde ese momento vamos de la mano con él.
Al espectador se le demanda mucho en cualquier espectáculo, pero en Preludio creo que aun más
¿Supone León de Vega, tras tu lago bagaje profesional, tu alter ego, tu mejor trabajo?
Totalmente. Yo te diría sin ánimo de ser arrogante creo que es mi mejor trabajo. Por muchas razones, y entre ellas, por la fuerza del personaje y por ser el más demandado. Quizá porque el proceso ha sido muy multidisciplinar, lo he adaptado, producido, dirigido e interpretado al mismo tiempo. Pero si yo sólo hubiese actuado, el desgaste y la entrega hubiese sido igual. Se trata de un personaje con tantas aristas, con tanto color sumamente contradictorio y tan genial e insoportable al mismo tiempo y eso lo hace algo único.
Este tipo de protagonistas también desgasta al autor…
…cierto, yo no puedo estar mucho tiempo presentado Preludio, no puedo estar muchos años con León de Vega, el desgaste físico y psicológico, y la función como creo que hay que hacerla, al 100%, es tan duro que de aquí en cinco años no sé si tendré la misma fuerza. Tiene que ver un poco con la retirada de los deportistas, Joe DiMaggio se retiró del béisbol porque no quería arrastrarse por los estadios cuando todavía le quedaba mucho por demostrar, y salvando absolutamente todas las distancias, comparto ese pensamiento, y ojalá que en muchos años pueda seguir con esta obra.
La magia de la novela que yo la he pretendido llevar a la función es que el tempo narrativo y el arco emocional del personaje, no sólo en la novela sino también en cada preludio de la obra de teatro, es directamente proporcional, paralelo, al arco emocional musical de cada preludio
De momento, Preludio, ha tenido un parón grande, como todo y sobre todo, en la cultura con la pandemia…
…dos años desde que se estrenó y un parón grande que ahora estamos recuperando, aunque sea muy lentamente.
¿Este clima te genera que salga un León de Vega aún más ciclotímico?
[Ríe]…no lo sé, me he preparado mucho para esta función en Badajoz. Después de ocho meses vuelve a representarse y estaba todo muy engrasado, y en cierto modo volvemos a estrenar la obra. Esta función necesita estar al 100% y no puedo llegar a medio gas, el público se merece todo.
Vislumbramos un futuro a medio plazo con mascara, un espectador al que costará verle el rostro durante un largo tiempo…
…Será así, y cualquier gesto del público es necesario, ayuda mucho a integrarse en la función, esa cuarta pared, sobre todo en Preludio, es necesario derribarla, y la interactuación de todos es vital. Las sensaciones en la calle es de cierta tristeza y los ciudadanos necesitan motivaciones, pequeñas piezas de cultura para seguir con algo de esperanza, y en ese sentido notamos ahora al público más participativo, con la necesidad de mostrar que está disfrutando. Tenemos que reinventarnos y la comunicación entre todos los protagonistas de la cultura es clave.
Willy López | Fotografía. Félix Méndez