Dice, escribe y canta Andrés Suárez que ¿Qué me depara la vida? Si no la muerte ¿Qué hago de frente si pierdes la ropa y aún sigues vistiendo presente?
Repite y susurra el gallego que ¿Quién quiere Dios, si tu pecho lo habita todo? Salgo del modo avión si a tus piernas les da por abrirse y quererme.
Suarez, intenso, activo, alegre, optimista, culturamente seguro y escritor, rechaza ser poeta mientras que se pregunta ¿Quién tiene miedo a la suerte? Cuando me aciertas del todo préstale al cielo tu rostro y amanece en él, amanécenos.
El teclado suena, el lápiz se anima y el cantautor decide ponerle música a lo que en sus inicios fue pandemia, miedo, soledad y sólo ojos. Háblame a través de los ojos, vuélvete la luna que llenas, mira que otra noche nos llega, dejando pendiente, pedirnos perdón.
Escribía Rosalía de Castro que la miseria seca el alma y los ojos además. Andrés Suárez resucita a su paisana, y saca de la miseria el miedo con letras potentes, directas al alma y relatos capaces de dar vida a los ojos, esa única parte de la cara que ahora podemos vislumbrar. Pasamos un rato con el escritor y cantautor.
A través de los ojos es…
…Es un libro de relato, de relato breve, no pandémico, porque se titula a través de los ojos y hay gente que va ligado con directamente con este desastre. Y creo que es un diario público, son reflexiones que hago desde la pre pandemia, la pandemia y ojalá la pos pandemia, son mensajes desde el respeto y el amor a lo que he visto desde mis conciertos. Una especie de homenaje a esa gente que acude a vernos, con ese vínculo que se establece a través de los ojos, la mirada. De alguna manera alguien me cuenta sus amores, desamores, enfermedades o alegrías abrazando mis canciones.
Imposible obviar la pandemia, pero los relatos tienen humor…
…claro, jocosidad, humor, que luego dicen que los gallegos somos muy tristes. Trato de que haya sentido del humor que es lo que nos mantiene a flote y sobre todo eso que llaman cultura segura que no es más que la evasión de esta realidad. Creo que la palabra lo consigue, no estoy que mi palabra, que compres mi libro, digo que la literatura, el teatro, el cine, la música tienen ese poder.
¿Es lo mismo escribir una canción que un relato?
Llevo veintidós años haciendo canciones y no tiene nada que ver escribir un libro con una canción pero traté de hacerles ver que están extremadamente vinculados, que pueden llegar a ser lo mismo. La diferencia entre la canción y el libro es la temporalidad. Es decir, las canciones duran tres minutos, excepto Pedrá de Extremoduro que dura treinta y dos minutos, tienes un tiempo, una rima, un tipo de escritura, mientras que en el libro es infinito. El trabajo añejo del escritor me aportan muchas aristas, ante una canción, una melodía puede surgir rápido, unas letras, pero ante un folio en blanco es mucho más complejo.
El humor que es lo que nos mantiene a flote y sobre todo eso que llaman cultura segura que no es más que la evasión de esta realidad
Todos tenemos la tendencia de llamar poeta al cantante que escribe…
…eso es exactamente lo que no soy…creo que hay una suerte de moda en la que todo el mundo se autoproclama poeta, y me parece de una falta de humidad alucinante. Si después de hablar contigo de Téllez, Ruibal, Elvira Sastre, Llamazares y Oscar Wilde te digo que soy poeta es que tengo muy poca vergüenza. Soy escritor de canciones, de libros no sé si buenos o malos pero intensos como yo, pero trato de hacer lo mejor que puedo. Respetando a Aute, Sabina y Serrat.
Hay una suerte de moda en la que todo el mundo se autoproclama poeta, y me parece de una falta de humidad alucinante
En los conciertos la cosa está más dura…
…sí y las cifras de contagios es alarmante. Cero. En un espacio donde caben cinco mil personas sólo pueden entra doscientas cincuenta. Los conciertos los necesitamos ya. Estamos todos al límite, tanto el músico como el técnico o el espectador. Vosotros los periodistas, lleváis un año y medio retrasmitiendo el infierno, muertes, paro, ertes, esto tiene que ver con que hace un año y medio llegó una pandemia mundial. El límite está en la cultura segura, durante el monólogo de Dani Rovira, “Odio”, en una hora y media hubo contagio cero, sólo una hora y media de lloro, pero de la risa. No de miedo ni ansiedad.
Willy López. / Fotografía. Félix Méndez
