Una realidad diferente. Un jazz diferente. Un flamenco diferente. Como el garrotín de Smash y el Agujetas, tema que incluye el último trabajo de Antonio Lizana, sin duda, un músico diferente. Historia, vanguardia y pureza o lo que es lo mismo, Zappa, Camarón y quejío.
Suena el saxo y explota la voz flamenca. Ese es Lizana, músico del sur, empeñado en llegar hasta el norte ¿El camino? El DROM del East Village de Nueva York, el Gran Teatro Falla de Cádiz, una mujer con sombrero como un cuadro del viejo Chagall y la templanza de un yogi. Ingredientes básicos en el menú de la música del gaditano.
Dentro de la pandemia, existen pequeños resquicios de luz, ventanas aún abiertas a la cultura, donde espacios y eventos como el Festival Internacional de Jazz de Badajoz acogen, aunque sea por unas cuantas horas, un bendito destierro de salud y alimento para el alma. Chano Domínguez, Sheila Blanco, Perico Sambeat, el Colectivo DiJazz Band con Joaquín de la Montaña, Narciso González, Javier Alcántara, Pedro Calero, Pablo Romero, Pepín Muñoz y esa realidad diferente llamada Antonio Lizana.
Un concierto de Lizana, más que un directo, es un viaje desde las raíces del flamenco hasta el jazz contemporáneo, hilado con letras que muestran un compromiso personal con la verdad y con el desarrollo de la conciencia humana a nivel global.
Pregunta de obligado cumplimiento. Jazz y Flamenco, ambas músicas, o la musicalidad de ambas, ¿Poseen un “duende” especial?
Así es. Lo que ocurre con estas músicas es que se nutren de la improvisación. Existe el “ole” o el “yeah” porque algo inesperado fruto de la inspiración del momento ocurre, y esa chispa es lo que les da vida.
Nos decía Chano Domínguez que toca el piano como lo toca porque es de Cádiz…que es inevitable, desarrollas la actividad a lo largo de tu vida con una esencia de dónde has crecido, además en mi caso, es una constante en mi música, dicen que tiene mucha luz, que mi música tiene un espectro de luz muy amplio porque he vivido rodeado de mucha luz, mucho color, en un Cádiz con muchísimas horas de sol que me han aportado matices en mis composiciones muy vivas…Antonio, ¿En qué momento, y de manera parecida a Chano Domínguez, que comparte cartel en el Festival Internacional de Jazz de Badajoz, te dio por un rif de jazz con un quejío flamenquero, qué tiene Cádiz que fusiona todo tipo de géneros y lo hace de maravilla?
Suscribo sus palabras. Añado también que uno hace una mezcla de lo que quiere y lo que puede. Recuerdo mis años en la escuela de jazz, cuando tenía que escribir música, que debía tener una estética jazzera, siempre me salían melodías con tinte flamenco, o me decía por dentro “aquí pegaría un cantecito…Eso es lo que me dictaba mi oído interno, y por ahí he seguido.
Eres muy joven, pero llevas una trayectoria potente, cuarto disco, giras y sobre todo una forma muy heterodoxa de acercar el jazz o el flamenco a los nuevos públicos…
Va todo conectado, si tocas mucho la música en directo, llega un momento que te apetece cambiar de traje, de repertorio, para mantener la frescura; también surgen muchas ideas, y eso te empuja a hacer un disco nuevo, y otro…
…dentro de esa manera de hacer música, otra de esas preguntas que tanto hacemos ¿Qué es para ti jazz?… ¿y el flamenco?
El jazz es una plataforma de aprendizaje eterna. Parece que las posibilidades rítmicas, melódicas y armónica nunca para de crecer, y estar enganchado a eso, te da una sensación de estar en constante expansión. El flamenco es la transmisión del sentimiento, la ceremonia, la reconciliación con mis ancestros.
Dime un solo de un autor de jazz que te haga pedazos…y una voz, un quejío de un cantaor que tengas que gritar en cada concierto.
John Coltrane y José Monge Cruz, “Camarón de la isla”.
Badajoz es una tierra muy flamenca, con unas raíces gitanas muy asentadas en los musical y con cantaores y cantaoras que en su cierta medida, han sabido adaptarse al cambio por necesidad pero que también han trasgredido con nuevos cantes…nuevas formas de transmitir ese cante… ¿Se puede convencer al ortodoxo de qué existe otro flamenco…y otro jazz?
Yo creo que todos tenemos algo de ortodoxo dentro, que nos gusta escuchar el repertorio que ya conocemos, eso no tiene nada malo, es cultura, es tradición. Así que no creo que haya que convencerlo, simplemente decirle, que allí no va a encontrar el repertorio tradicional, pero va a ver música hecha desde el alma de manera exclusiva para esa noche.
Hablando de público, esta situación hace el conciertos, la música, la cultura más triste…¿Sientes que hay demasiadas butacas vacías?
Sí, se echa de menos el calor de un teatro lleno, tú estás dándolo todo, pero lo que llega de vuelta es menos.
Jorge Pardo nos decía que el estado de ánimo si influye, pero cuando sales al escenario, comienza una ceremonia de trasmutación que se hace efectiva para asimilar el trance del momento…da igual la tristeza o la alegría que lleves dentro…cuando comienzo a tocar…pummm…se olvida todo….¿Te pasa a ti, Antonio, algo parecido?
Correcto, la realidad musical te atrapa y te olvidas del contexto en el que estás.
Willy López | Fotografía. Félix Méndez