Pepe Viyuela, Sandra Ferrús, Concha Delgado, Susana Hernández, Martxelo Rubio y Elías González ponen voz a El silencio de Elvis, una obra redonda con un lenguaje y unas situaciones que llevan de la risa al llanto, como la vida misma, y a la vez, nos enfrenta a un drama social: la enfermedad mental. Sandra Ferrús ha escrito una obra de terciopelo, una obra tan sincera, tan límpida de sentimiento que te emociona sin pretenderlo. No hay carga melodramática. Todo es trágico, tanto que a veces te ríes. Te ríes a tu pesar, pues nada de lo que dice el texto intenta hacer reír, pero la locura bebe el vino de la risa y tiene sentimientos de terciopelo, pero es terrible y cruel. La obra maneja mitos que son los dioses de lo moderno.
El silencio de Elvis es un viaje al interior de la mente de Vicente, que sufre esquizofrenia. Vivimos con sus padres la incomprensión, el hartazgo, el miedo, la desesperación. Nos chocamos junto con Sofía, su hermana, contra el muro de la administración, del sistema sanitario, del rechazo. Y conocemos, a través de un quinto personaje, al mismísimo Elvis Presley, a un psiquiatra, una psicóloga, un forense médico, un compañero de la cárcel… todos los personajes que entran y salen de la mente y de la vida de Vicente. Y hacemos todo este viaje desde la impotencia y el amor. El amor primitivo, profundo, incondicional que se dan unos a otros.
El alma, la piel muda de Elías González nos acerca a esta realidad, nos sube al escenario un argumento tabú en una sociedad sumergida en esa misma enfermedad. Con el actor extremeño, arropado de manera magistral por el resto del reparto, volvemos a rozar la verdad de un personaje que acaricia al espectador, le susurra con el aliento del personaje, nos grita y espabila de nuestras cómodas butaca con su particular interpretación…¡No se me duerman!…nos canta mientras menea el cuerpo al ritmo de Elvis. Con Elías González viajamos en metro, recorremos un sinfín de paradas, momentos de traqueteos mentales donde el cuerdo no sabe que está fuera de juego, y donde al cerrarse las puertas del vagón, en la última estación, aparece su sonrisa… ¡Auambabuluba balambambú!…Pura vida, puro teatro, es hora de apearse y buscar un cobijo, un sitio donde llevarse una buena historia. Pasen, si quieren, y vean.
Te dejamos hace unos cuantos años en el Festival de Teatro de Mérida en la piel de Coriolano…y ahora ¡Elvis!…pero ¿Quién es este Elvis?
Los personajes al final no son lo que parecen, o sí…[Ríe]…En este montaje Elvis es un personaje con gran importancia y mucha presencia. Es la conciencia de Vicent, las voces que él oye, su refugio y también su pesadilla. El compañero de viaje que todos tenemos.
Te vimos en Anomia, una magnífica obra de Arán Dramática, con un reparto coral de interpretaciones duras y certeras, ahora tocas otra vez Extremadura con una obra, también muy personal y con un elenco de altura…satisfacción, pena, dudas, miedo…
Son todos sentimientos positivos. Una gran alegría por poder contar esta historia, con estos maravillosos compañeros, en mi ciudad. Y la responsabilidad y tranquilidad que da jugar en casa.
¿Cómo se prepara un personaje con este mundo interior tan complejo?
Fundamentalmente siendo consciente de que una persona con una enfermedad mental no es distinta de una que no la tiene. Huyendo de estereotipos y poniéndome en las manos de la directora y autora Sandra Ferrús y dejándome llevar. Como todo en la vida, si te dejas llevar es más placentero.
Una persona con una enfermedad mental no es distinta de una que no la tiene
¿Qué valor tiene para ti actuar en este Festival Internacional de Teatro de Badajoz?
Actuar en el Festival de Badajoz me lleva a mis comienzos, cuando hicimos Los cañones de Arán Dramática. Creo que hace ya 16 años. Es una ilusión tremenda. Puedo conocer algunos teatros, pocos, solo por el olor desde el escenario, y el López de Ayala es uno de ellos.
¿Y qué supone trabajar con actores como Pepe Viyuela?
Es un lujo. Pepe Viyuela es una persona muy generosa tanto en el escenario como fuera. Aprendo mucho tanto de él como de mis otros compañeros que son increíbles.
Elías, para cerrar ¿Cómo anda la profesión del teatro?
La cosa anda como siempre. Con mucha gente talentosa haciendo muchas cosas interesantísimas y con gente poniéndolo difícil. La eterna lucha cultural de este país. Yo no me quejo, ahora hago una sustitución en una obra de Alfredo Sanzol y no puedo estar más feliz.
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez