El cine es aquel sitio donde la gente acude para ver cine. El cine es un sitio donde uno se sienta y recibe puñetazos de luz hasta dejarse noquear por la trama. El cine es una conspiración en silencio, es Spencer Tracy apeándose de un tren en medio del desierto, un salvaje oeste con Lee Marvin y Ernest Borgnine de anfitriones. El cine es una sala, ahora muchas, pequeñitas, frías y aparentemente modernas, donde el proyector vomita fotogramas, ahora frames, y la ceguera de Vittorio Gassman se convierte en un perfume de mujer, ahora olor a palomitas. El cine son butacas, asientos, sillas plegables, moqueta y suelo, un gallinero antes, donde la gente con más pasta adornaba la película con humo de puro, abajo mientras, las cenizas cubrían un légamo pompeyano de toqueteos, regaliz y besos de amantes en pecado. El cine es el tortazo de Rita Hayworth, el beso censurado de Gene Tierney y Dana Andrews, el pisito de la “Inmobiliaria Azcona” que tanto anhelaban Mary Carillo y José Luis López Vázquez. El cine admite todos los colores, el amarillo del taxi que conducía De Niro, el rojo, blanco y (terciopelo) azul de (Lynch) Kierloswki, el púrpura de Spielberg , el negro y el blanco del gato de Kusturica, el verde de los tomates fritos y de la milla y algo más de 180 minutos con Tom Hanks. El cine soporta todos los ruidos, el de un cuchillo en plena ducha, las notas de Miles Davis para el ascensor de Louis Malle, el cine captura wild track en Lisboa por medio de Wim Wenders, los gruñidos de James Cagney en cualquier metraje de cine negro, el tustustustustu de Anthony Hopkins mientras los corderos estaban calladitos, en silencio, como Jacques Tati, el señor Hulot y aquel recuerdo sonoro del cine mudo.
El cine y sus películas, películas que marcaban el mapa cultural de un país, de una región, como la nuestra, donde el simple hecho de sentarse delante del cine para ver el cartel ya era un respiro entre el yermo y censurado panorama cultural. Cines, como el Splendor de Ettore Scola o el Nuovo Cinema Paradiso de Tornatore desaparecen entre los edificios de diez plantas y los nuevos centros comerciales, lugares de batallas cinematográficas, oasis de arrebatos creativos, aplausos espontáneos y emociones que llevarse a la cama durante incontables días. La taquilla ya no tiene nombre de persona, las entradas son números digitales con un recargo del IVA al que jamás el espectador pudo apreciar una rebaja.
Pedro Burgos Barrantes nos deja un testimonio único, nos rescata en el último momento la historia, la narración antigua, de un cine de un pequeño pueblo extremeño. Reconstruye con el recuerdo de su niñez y con la gravedad de la velocidad a la que vivimos, la vida del Cine España. Disecciona como un forense el alma de sus protagonistas y nos empuja a la nostalgia, nos coloca en un plano en el que un actor jamás pensaría encontrarse en su guion. En el aire del derruido cine cacereño de Albalá, aún resuena el ruido del proyector, el olor de las butacas y el color de las secuencias. ¿Último plano?…quién sabe…pero recuerden; el cine es aquel sitio donde va la gente, el ciudadano, el barrio, todo un pueblo para ver cine.
Pedro…antes de nada…cuéntanos tu recorrido profesional…tu trayectoria personal hasta llegar a este documental…
…yo soy cacereño y mi familia es originaria de Albalá, también de la provincia de Cáceres. Precisamente mis abuelos maternos abrieron el cine cuya historia cuenta este documental. De una forma u otra este cine siempre ha estado presente en todo lo que he grabado. Ya sea inspirando mi corto «Bajo ceniza» o rodando en el propio Cine España alguna secuencia de mi corto «Féminin pluriel, féminin singulier». También he realizado algunos videoclips para bandas de la tierra. «Historia Antigua del cine España» es mi primera incursión en el largometraje y también en el documental. Es un proyecto gestado durante mucho tiempo, probablemente y sin saberlo desde mis primeros recuerdos del lugar. Cuando yo nací el cine había dejado ya de exhibir películas pero durante toda mi infancia y adolescencia escuché muchas historias sobre él. Por motivos distintos he pasado además muchas horas allí, pero como cinéfilo las hermosas ruinas del edificio y sus historias fueron creando un aura mítica dentro de mí. De forma inconsciente fui retrasando el rodaje. Supe ya después que el retraso se debía al respeto que me producía tener entre mis manos un material tan sensible, que al mismo tiempo era la historia de mi propia familia. Pero en el 2012 el estado ruinoso del edificio me empujó definitivamente a preparar el rodaje, porque si no lo hacía pronto el edificio desaparecería para siempre. Me llevó cuatro años terminar este documental.
Cómo podríamos decifinir en pocas palabras este documental… ¿Qué cuenta Historia Antigua de Cine España?
Podríamos decir que es un testimonio de la pasión por el cine del espectador clásico pero también una ventana para asomarse a un periodo histórico-social muy concreto de este país.
Vemos en el transcurrir del documental el reflejo de una profesión, un arte, un espacio cultural…que roza a extinción…
Sí. Probablemente sea un proceso de extinción lento pero irreversible. No tanto del cine como medio de expresión sino del edificio-cine como templo, como recinto privilegiado para la experiencia cinematográfica. Gracias a la tecnología digital estamos viviendo una democratización de los sistemas de producción. Cada año se produce una cantidad ingente de películas a un bajo coste, como esta. Pero paralelamente el número de salas para exhibirlas viene cayendo década tras década, año a año. Estamos volviendo a experimentar las imágenes como lo hicieron algunos espectadores en los orígenes del cine. Volvemos, en definitiva, a la experiencia de visionado individual del kinetoscopio de Edison. Consumimos cada vez más imágenes y películas en un televisor, una tableta o incluso en un móvil. La experiencia comunitaria del cine, el concepto de la sala de cine como lugar de encuentro y vínculo social se va haciendo cada vez más rara. Especialmente para la gente joven. Y sí, quizás eso vaya a suponer una larga agonía. Pero el cine es consustancial al cambio tecnológico y ha sabido adaptarse a todos los cambios a lo largo de su historia: el sonoro, el color, la llegada de competidores como la televisión y el vídeo… En ese sentido podemos decir que el cine como disciplina está más vivo que nunca. En parte también porque hoy tienden a diluirse las fronteras entre cine, ficción televisiva, videoarte, videoclips, internet… Podemos hablar de un magma audiovisual más que de cine, con muchos vasos comunicantes entre disciplinas. Es un momento fascinante.
Podríamos decir que es un testimonio de la pasión por el cine del espectador clásico pero también una ventana para asomarse a un periodo histórico-social muy concreto de este país
Un espacio social, un encuentro para evadirse en una época dura…¿Un espacio donde el cine y el teatro se daban la mano?
Estos cines de pueblo en la posguerra eran espacios versátiles donde además de ver películas se podía acudir una actuación musical o a una obra de teatro. No sólo a cargo de compañías profesionales sino también por los propios vecinos del pueblo, que representaban regularmente sus propias obras. Una de los hallazgos más sorprendentes fue que los protagonistas hacían referencia a sus actuaciones teatrales. Eso nos invitaba también a introducir el teatro como materia prima de la narración. Y es que la columna vertebral del relato es la puesta en escena, en el propio escenario derruido del cine, de una entrevista que le hizo a mi abuelo Pedro, el propietario del cine, poco antes de morir. Esa entrevista, originalmente registrada en una casete de audio, la escenificamos con un actor haciendo playback sobre la voz real de mi abuelo. Pero también el resto de participantes entraron gustosamente en el juego de poder, en cierta forma, interpretar. El teatro y la interpretación son inherentes a cualquier representación cinematográfica, incluido el documental. Durante el rodaje yo tenía en mente a Godard cuando decía algo así como que había que hacer películas de ficción como si fueran documentales y documentales como si fueran películas de ficción. Porque no hay ningún documental puro…
…documentales puros hay pocos, pero es cierto que todos cuentan algo…¿Existe detrás de esta historia, de la narración, del ritmo del documental, una metáfora con la Extremadura soterrada por el franquismo?
De Extremadura y de España. El edificio es en cierta forma una metáfora de este país durante ese período que mencionas. El nombre del local es muy significativo. Se inicia su explotación en el año 51, momento de apogeo del régimen en plena etapa nacional-católica, y se cierra en 1.975, un año muy significativo también como sabemos. En ese sentido queríamos proponer una experiencia inmersiva dentro del Cine España. En la primera secuencia el espectador entra, siguiendo a uno de los personajes, en el interior del cine y no lo abandona hasta el último plano de la película. Quería transmitir esa sensación claustrofóbica de entrar en una dictadura pero también la experiencia liberadora de ir al cine. En ningún momento vemos el pueblo de Albalá y los estímulos que nos llegan del exterior son muy leves: algún sonido cotidiano, restos de vegetación, la luz del sol… El espectador vive la entrada a una cápsula espacio-temporal cerrada, donde el tiempo está suspendido. Esa sensación afecta también al ritmo interno del relato como bien dices, con tiempos muertos y planos «vacíos» que invitan al espectador a reflexionar sobre las imágenes. Se trata de que el espectador pueda completar la película, ya que a veces puede parecer que está sin acabar, vacía como el propio marco de la pantalla del Cine España.
Pero esa sociedad del franquismo también se refleja en la distribución de las localidades en el propio cine. A diferencia de lo que ocurre hoy en día, los cines eran la expresión reducida de una sociedad clasista. En aquella España el rico podía pagarse un palco en la zona noble del local, mientras que los pobres tenían que conformarse con una localidad más económica.
Estos cines de pueblo en la posguerra eran espacios versátiles donde además de ver películas se podía acudir una actuación musical o a una obra de teatro
En cierta medida, el espacio reservado vip siempre existirá…en otro orden de cosas, en la parte humana, queremos saber quiénes han nutrido el Cine España ¿Quiénes son los protagonistas de este cine? ¿Qué sucedía dentro de ese cine? ¿Qué veían? ¿Qué vida interior ha desaparecido?
Intervienen en el documental miembros de mi familia, trabajadores del negocio y espectadores que vivieron aquella época. La historia íntima familiar se entrecruza así con las historias colectivas. De entre todos los personajes la figura central del relato es mi abuelo Pedro, el fundador del cine, y con el que yo mismo establezco en el documental un juego de fusión y separación de identidades. En cualquier caso, los personajes son filmados de una forma directa, muy material podemos decir, mostrando su relación con el propio espacio físico del cine. Pero al mismo tiempo son como espectros que vagan errantes por el local, resaltando esa dimensión fantasmagórica inherente a la propia naturaleza del cine. Vemos cuerpos deambulando, oímos voces sin cuerpos o voces que vienen del pasado como la de mi abuelo…
Mi abuelo apostó por proyectar un cine de calidad dentro de las posibilidades de la época. A las obligadas películas de pandereta que el régimen imponía y que tenían mucho respaldo popular, se unieron también las grandes producciones del Hollywood clásico y guiños a otras cinematografías como la italiana, francesa y latinoamericana. Había mucho contraste de calidades. En el tipo, volumen y procedencia de las películas se percibe a lo largo del tiempo la redifinición de España en el mapa político internacional.
Pero en todo caso, para aquellas personas el cine era un lugar especial. En muchos casos era el único acceso a la cultura y al ocio. Porque la oscuridad de aquellas salas de cine era también la oscuridad de aquella España llena de miseria y analfabetismo y de alguna de forma la luz de la proyección, aunque controlada y manipulada por el régimen, era un rayo de ilusión y también de aprendizaje.
Haces referencia a los documentos encontrados en el cine que nos dan datos de explotación…¿Qué nos aportan esos datos?
Conservamos los libros de contabilidad del negocio durante toda su vida comercial. En lo puramente empresarial muestran la tendencia característica de los cines en España durante esas décadas. Los años 50 son el momento de esplendor, con extraordinarios resultados de taquilla. En los 60 tiene lugar la llegada de la televisión, la emigración masiva y, ya en el tardofranquismo, el cierre de la mina de uranio del pueblo que había contribuido a la apertura del cine. Desde el comienzo de los 60 la tendencia es negativa tanto en los resultados de taquilla como en la calidad de las películas. Estos libros de contabilidad son al mismo tiempo un testimonio sottovoce de los avatares del negocio durante aquellos años, como los intentos de sabotaje por temas políticos, el control de la censura y el progresivo cambio en la sociedad española y los gustos del público.
¿Qué aceptación ha tenido, por parte del público, de Historia antigua del Cine España?
A la hora de ver la película se plantea un juego metacinematográfico para el espectador. Como hemos dicho, en la primera secuencia el espectador entra en el cine y no lo abandona hasta el último plano, que es lo que le ocurre al propio espectador que ha entrado en una sala de cine para ver esta película. El efecto de esta doble entrada y salida en dos salas de cine es muy sugerente.
En cuanto a su distribución, la película ha circulado por varios festivales, entre ellos el prestigioso festival Alcances de Cádiz. En diciembre se estrenó comercialmente en la Cineteca del Matadero de Madrid y esta semana se proyectará en varias sedes de la Filmoteca de Extremadura. Los más mayores, los que han vivido aquella época, se identifican plenamente con ese espectador clásico que retrata el documental. Un espectador ciertamente más inocente ante las imágenes y por ello más impresionable. Eso es algo hermoso que sin duda nosotros ya hemos perdido por la avalancha audiovisual que nos avasalla por todas partes. La película les hace volver a la memoria y la educación sentimental del franquismo. Los chicos más jóvenes se sorprenden del afecto que esa gente sentía por el cine, que para ellos es una forma más de ocio entre muchas.
Mi abuelo apostó por proyectar un cine de calidad dentro de las posibilidades de la época. A las obligadas películas de pandereta que el régimen imponía y que tenían mucho respaldo popular, se unieron también las grandes producciones del Hollywood clásico y guiños a otras cinematografías como la italiana, francesa y latinoamericana
Cuéntanos anécdotas del rodaje de un documental como Historia Antigua del Cine España…
…Lo más sorprendente fue la reacción de los personajes cuando entraban en el cine. Todas las historias que había escuchado y las impactantes ruinas del edificio invitaban a pensar que la caza de imágenes y testimonios podría ser muy productiva. Pero el rodaje superó nuestras expectativas. Recogimos muchos testimonios conmovedores, demasiados porque tuvimos que eliminar algunos tristemente en el montaje. Al entrar en el patio de butacas afloraba un rincón de su memoria, el más difícil de borrar porque les remitía a su niñez y juventud. El edificio tenía un enorme poder evocador para ellos. Algunos reían, pero la mayoría lloraban o se ponían al borde del llanto en los primeros minutos. Pero la intención no era hacer una película melancólica. Empezamos a rodar intentando tener una mirada limpia, sin muchos condicionantes. Se trataba de ir al encuentro, más bien. Y la película nos fue dirigiendo por allí…
…melancolía, niñez, llantos y risas…pero ¿Tienen futuro las salas de cine?
Supongo que deben ser los historiadores y estudiosos del cine quienes tienen los datos para predecirlo. Pero por lo que estamos viendo parece que será una agonía muy lenta pero sin vuelta atrás. Quizá nosotros no veamos su desaparición, pero en el futuro probablemente las salas de exhibición queden relegadas a museos o filmotecas. Eso puede afectar en gran medida al propio lenguaje cinematográfico en tanto que la estética visual se tenga que adaptar para el consumo en dispositivos más pequeños. Hablamos de un cambio conceptual en el tamaño de los planos y en general de la gramática del cine. Como ya está pasando hoy. La mayoría de los que nos gusta el cine preferimos seguir viendo películas en una sala. Pero hay que mirar hacia delante, nostalgia cero.
Entrevista. Willy López | Fotografía. Documental Historia Antigua del Cine España (2018) de Pedro Burgos
hola Pedro me parece magnifico tu trabajo sobre nuestro cine España.Tu abuelo estaria muy orgulloso.Gracias y saludos.