Tete Montoliu solía decir que era un pianista negro…y más negro aun cuando se miraba al espejo. Pero justamente por no ser negro, la mujer de Lionel Hampton, que llevaba los asuntos de su orquesta, no lo contrató para hacer la gira final por Estados Unidos. Por su color, no por su ceguera. No veía nada, el negro más absoluto en sus ojos. El mismo color de las venas de Chet Baker. Cara a cara. Una noche en Montamartre, contrato de dos semanas, totalmente pinchado, tan pinchado que ya no le quedaba ni un solo trozo de piel donde vaciar la jeringuilla. Lío en la farmacia, cárcel y jamás lo volvería a ver. Lo había escuchado antes, y el color era lo de menos importante pensaría Tete mientras esperaban para actuar con el trompetista.
Ignasi Terraza hereda de Montoliu, la licencia de pianista, la sangre catalana y la ceguera. Ambos paridos desde las entrañas del conservatorio clásico y ambos adoptados por el jazz que inocula adicción, fogonazos de notas en el aire con letras en braille. Terraza no necesita teclas negras y blancas, toca y altera el piano con sostenidos y bemoles. Huele, roza y acaricia las teclas por instinto, por fricción, siguiendo las luces que su imaginación establece como arte. No percibe luz, irradia luces con sus manos. Un virtuoso a disposición de los melómanos.
El jazz tiene esas cosas, se improvisa, se sacan de quicio los standards, se besan los temas de Bill Evans, se compulsan los take five de Dave Brubeck, se mandan al carajo los abismos melódicos de Thelonious Monk, sin ningún destino, sin reglas…No sé a dónde va el jazz. Tal vez se vaya al infierno. No puedes hacer que nada vaya a ningún lado. Solo pasa.
En ese espacio, sólo se entienden ellos, para llegar ahí, hay que tocar, tocar bien. Horacio Fumero desnuda su contrabajo, Eteve Pi decora de platillos alquilados su batería, Ignasi Terraza escucha, respira profundo y tras, suavemente atusarse las manos, comienza a tocar, a tocar muy bien. El piano sigue sus instrucciones, le hace de guía, nos acompaña, estamos en una esquinita del mundo, en un concierto de jazz, alrededor de grandes músicos, alrededor de la medianoche.
“Pero en el jazz como en cualquier arte hay siempre un montón de chantajistas. Una cosa es la música que puede traducirse en emoción y otra la emoción que pretende pasar por música. Dolor paterno en fa sostenido, carcajada sarcástica en amarillo, violeta y negro. No, hijo, el arte empieza más acá o más allá, pero no es nunca eso.” Rayuela. Julio Cortázar
Tenemos curiosidad por saber el jazz que proponéis en vuestros conciertos, cuéntanos Ignasi…
…el jazz que hacemos está inspirado en la tradición de esta música. El jazz durante todo el siglo XX ha tenido una evolución enorme pero al mismo tiempo tiene una tradición y un lenguaje característico, es una música que permite muchísima creatividad, que permite mucho sello propio pero al mismo tiempo tiene sus propios códigos. Hacemos música nuestra inspirada en la línea tradicional de jazz.
Abordando diferentes estilos entonces…
…Claro, me gusta abordar diversos estilos desde la historia de un trio de piano jazz. Nuestro objetivo es hacer un concierto variado pero siempre bajo el manto del sello personal al que me refería antes. Temas propios de todos los discos anteriores, ocho discos en el mercado, donde mostramos los temas que han marcado nuestra forma de entender el jazz.
Hablas de entender el jazz…¿Cuáles son esa influencias que te hicieron pasar del piano más clásico al jazz?
Yo empecé a los doce años tocando piano y ya me gustaba la improvisación desde el principio. Con el jazz he sido autodidacta, empecé escuchando discos, memorizando temas, tocando con esa música de fondo, y más tarde conocí a músicos y empecé a tocar con ellos, pero no fue hasta que llevaba cuatro o cinco años dedicándome semi profesionalmente cuando tuve contacto con un profesor que me orientó y me explico la teoría del jazz. Había estudiado armonía en música clásica pero desconocía estos parámetros en el jazz. Art Tatum, Oscar Peterson, Hank Jones, McCoy Tyner y Tete me han marcado en esa labor de autodidacta. Eso que no se enseñaba en las escuelas. Pero no solo me he nutrido de pianistas, grandes como Duke Ellington o Charlie Parker me han influido muchísimo.
Con el jazz he sido autodidacta, empecé escuchando discos, memorizando temas, tocando con esa música de fondo
Has comentado tu gusto por Tete Montoliu ¿En qué momento se cruzan vuestros caminos?
Cuando yo empezaba a tocar jazz me hablaron de él y fui a escucharlo. Ese misma noche estuvimos hablando en la barra…[Ríe]…y se ofreció a dejarme algunos libros de las partituras del Conservatorio. Y a lo largo de los años iba como dos o tres veces a su casa a buscar partituras y desde entonces mantuvimos una relación muy cariñosa, cercana.
¿Pudiste recibir clases de Tete?
No, una vez que fui a verle y después de ver un concierto suyo se me ocurrió preguntarle por una canción, cómo iba, y entonces me tocó la canción de arriba abajo sin improvisación y me preguntó por esa juna nota, si la había oído. Me dio una lección haciendo ver que si no la había sentido, si no tenía oído, no podía entender el jazz…[Ríe]. Tete siempre decía que la gente se fijaba más en lo que decía que en lo que tocaba.
¿Qué es el Jazz para ti Ignasi?
Jazz es un lenguaje, es una música que permite expresarme, que permite mucha libertad y mostrar los sentimientos de manera directa y al mismo tiempo el jazz tiene un aspecto rítmico que es el que hace que sea una música conectada con la tierra y con la alegría de vivir, con el gozo de estar vivos.
Hay una actividad que realizas que posee una importante carga educativa y emocional: tocar en total oscuridad…
…Jazz a oscuras, estuvimos experimentado durante un mes en un pequeño teatro y tuvo tanto éxito que lo alargamos durante tres meses. A raíz de eso lo hemos seguido haciendo pero de manera más ocasional, y el motivo es porque se necesitan salas que estén muy bien preparadas, que puedan tener oscuridad absoluta. Si no hay oscuridad absoluta no funciona, porque la gente lo que hace es esforzarse cada vez más en ver en lugar de relajarse y sentir la música. Para ello se necesita un periodo de adaptación, estar un tiempo a oscuras y a partir de ahí, te puedes relajar y escuchar, si sólo lo haces muy corto o hay luz no funciona.
Si no hay oscuridad absoluta el jazz no funciona, porque la gente lo que hace es esforzarse cada vez más en ver en lugar de relajarse y sentir la música
¿Proyectos actuales?
Tengo la fortuna de tocar en muchos proyectos, con Andrea Motis, con mis propios proyectos, y en este momento estoy satisfecho cómo van las cosas. Me considero muy afortunado por poder trabajar y hacerlo con grandes músicos. Acabamos de sacar nuevo disco con este trío, en breve lanzamos disco con una saxofonista coreana afincada en Nueva York y estoy trabajando en un repertorio con dúos, pero siempre haciendo jazz…[Ríe].
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez