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Jesús Carrasco «Maneras de enseñarnos a mirar el mundo a través de las manos»

Leer Elogio de las manos es volar en un avión fabricado en marquetería con una segueta de pelo duro. Pasar las páginas de la última novela del oliventino es encuadernar la mollera de un desahucio sentimental, manosear la guitarra de Pat Metheny, verse los nudos que las venas forman en las manos al acariciar a una burra vieja. Leer el elogio de las manos es el obituario de una casa, similar a la respuesta de Borges cuando apareció su muerte publicada en un periódico: “la noticia no es falsa, tan solo precipitada”.

En definitiva, leer a Jesús Carrasco es irte de reportero a la guerra y volver sin publicar el reportaje, es traer el chaleco manchado de sangre, puntos de sutura y metralla incrustada en toda la familia que dejaste despidiéndote en el aeropuerto.

Elogio. Alabanza de las cualidades y méritos de alguien o de algo.

Elegía.Composición lírica en que se lamenta la muerte de una persona o cualquier otro acontecimiento infortunado.

Elogio de las manos, no posee las coordenadas de las primeras novelas, Intemperie y La tierra que pisamos, pero sí comparten elementos más envolventes, narrativamente hablando, como Llévame a casa…Familia y terruño…

…aquí la mirada familiar, la generacional, no mira hacia a los que nos trajeron, mira a los que nos sucederán, porque es una historia de una familia, de una pareja con hijas. Y lo que sucede en la novela es un tiempo, diez años de convivencia mientras arreglan y, sobre todo, habitan una casa.

…hijas en este mundo que nos has tocado vivir…

Entre otras muchas cosas es un campo de juego, pero también es una escuela para las niñas. En la novela se ve claramente como estos padres están trasmitiendo una forma de estar en el mundo. Una serie de valores, es ahí, donde pongo la mirada en el futuro, en esa duda que me dejas caer en la pregunta, digamos que en ese testigo que recorre la familia que ellas recogerán.

El recuerdo del pueblo donde nací es como un Macondo para mí, es un territorio mítico

Me comentabas en la última entrevista sobre tu anterior novela, que le dabas vueltas al tema, y sin darte cuenta la historia la tenías al lado. En el caso de Elogio de las manos ¿es algo distinto?

Ésta ha salido de una forma rara, porque a veces las novelas llegan de formas extrañas, pero esta no iba a ser una novela, iba a ser un ensayo, porque yo estoy muy interesado en el trabajo manual, en el uso de las manos como trabajo o recreo. Soy hijo de una familia de trabajadores manuales, mi padre, además de maestro de escuela, trabajaba en sus ratos libres encuadernando libros en una imprenta con mi madre. Siempre he mamado esa cultura de trabajo manual y digamos que esa fue la primera idea, escribir un ensayo sobre ese asunto. Todo sale de la pregunta ¿Por qué el trabajo manual tiene una consideración social y una remuneración diferente respecto al trabajo con otros elementos considerados más intelectuales? Con esa idea en la cabeza yo quería responder a la pregunta, y mientras empecé a investigar y a documentarme me di cuenta que ya estaba escrito, y muy bien escrito. Pero de pronto apareció esta casa, de una experiencia que yo he vivido y me pareció perfecto para hablar del tema de las manos y para ampliarlo mucho más a otros intereses personales; la familia, el paso del tiempo, la enfermedad, la vida de un pueblo y esta casa me daba la oportunidad de conjugar todo ello.

Elogio de las manos ha salido de una forma rara, porque a veces las novelas llegan de formas extrañas, pero esta no iba a ser una novela, iba a ser un ensayo, porque yo estoy muy interesado en el trabajo manual, en el uso de las manos como trabajo o recreo

Descubrimos en cada novela una piel más del autor, es como leer su diario mientras estás dormido, extraer temas de la vida rutinaria, reconocibles por todos los lectores…

De hecho, es una fuente de literatura inagotable, parece una tontería, pero yo no me había dado cuenta de eso hasta que escribí hace bien poco, hasta que escribí mi anterior novela. Pensaba que las grandes historias estaban siempre en otro lugar, lejos, con ese tinte novelesco de algo extraordinario que sucede en cualquier otro lugar, y me fui dando cuenta, depende de cómo mires la realidad, que hay una mina de temas y enfoques en lo más cercano y cotidiano. Además, es algo, y como apuntabas, que cualquiera puede reconocer.  Todo el mundo tiene una relación con una casa, una relación mejor o peor con una familia, todo el mundo sabe lo que es venir al mundo y ser un niño…

Existe una parte de la novela que engloba todo eso, la relación de todos y todo con la casa.

 Esa es la gran metáfora de la novela, que la vida nos pertenece hasta cierto punto, como la casa.

¿Cuál ha sido la recepción de Elogio de las manos? Aquí, en Badajoz, en la feria del libro, la cola para la firma de tus libros es inacabable.

La recepción está sesgada, porque la gente que se aproxima a mí es porque le ha gustado el libro, y la gente a la que no, no suele venir a decirte: vaya mierda que has escrito. Esa gente, desconozco dónde estarán. Así como con mi anterior novela, Llévame a casa, me trajo mucha gente que estaba en ese proceso de cuidar a sus padres, o de ver cómo llega la vejez de sus padres, gente que cuida a personas en esa franja de edad, profesionales dedicados a personas con Alzheimer, esa enfermedad silenciosa que afecta a tanta población. Con este libro se acerca otra gente, a esas personas que trabajan con las manos, hijos que han heredado la casa de sus padres, esa que quedó medio abandonada en un pueblo, y se sienten imantados por ese espacio y necesitan reconstruir ese pasado. Esa sensibilidad se está captando con la novela y me gusta mucho.

Hablas de imantar, ¿Qué recuerdo tienes de ese Olivenza de pequeño?

Mi recuerdo de Olivenza, es como un Macondo para mí, es un territorio mítico. Yo me fui con cuatro años de Olivenza y me fui con el dolor de mi madre, porque mi padre concursó como maestro para irse a Toledo sin que ella lo supiera. De aquella casa tengo un recuerdo vago, lo que tengo son las historias de las personas que la habitaron con más consciencia, como mi madre y hermanos. Había un columpio para toda la casa, mi hermano aprendió a montar en bicicleta en el dormitorio de mis padres, recuerdos mitológicos al más puro estilo de García Márquez. Es una maravilla, una joya de localidad.

Pensaba que las grandes historias estaban siempre en otro lugar, lejos, con ese tinte novelesco de algo extraordinario que sucede en cualquier otro lugar, y me fui dando cuenta, depende de cómo mires la realidad, que hay una mina de temas y enfoques en lo más cercano y cotidiano

Jesús, de mi último encuentro contigo, recuerdo la máscara por medio, nunca nos vimos la boca, desde aquella etapa oscura que vivimos hasta ahora, ¿Ha virado algo la literatura, la salud literaria de nuestra tierra tras esa pandemia?

Los grandes autores extremeños siguen escribiendo siendo grandes, Landero ha publicado hace poco, en breve Cercas sacará libro…la feria del libro sigue siendo vibrante por la que pasan muchos y muchas autoras muy potentes. No es el fútbol, no es una atracción de masas pero sigue siendo una pasión para mucha gente. La red de club de lectura de regiones como la nuestra es apabullante, y sabiendo que una afición para poca gente, la gente que lee, lo hace con ganas y entusiasmo. Sólo nos falta enganchar al público más joven, es ahí donde debemos reforzar la promoción.

Fotografía. Félix Méndez

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