No seremos nosotros quien contemos que estamos ante una fábula visceral de tintes esperpénticos donde el personaje es uno y trino, donde el escenario rebosa de atrezzo y los espectadores tienen que traerse las silla de sus casitas, silla de enea para agarrotar muslos a ser posibles, no esperen que seamos nosotros quienes destripemos la realidad inventada de un monólogo emborrachado de vino y recitado desde las entrañas del método Gibson. No lo esperen. No vamos a venir a contar la farándula que pergeña y cicatriza un gitano desde el palco de humor negro que ofrece la calle. De ninguna manera. No lo esperen.
Y es que pueden vomitar, escupir, irse de varetas, salivar espuma, sudar linimento, llorar, gimotear, berrear, sollozar, gemir, chorrear sangre por los ojos hasta que Alacrán decida…y es que pueden sentir antipatía, devoción, celo, dentera, admiración, desapego, aprensión, cólera y pueden que hasta necesiten un lexatin, dos ibuprofenos, tres pinchacitos de morfina…y así proporcionalmente hasta que a la Cangrejo le plazca…y es que pueden tener un chaqueta del ejército de aviación sin botones rojos, dejarse el pelo como John Turturro, rasurarse la barba con la epilady, tatuarse Podolsky en la pechera, volverse canchero con tonillo extremeño, partirse el alma con un quejío, tararear en falsete el calabacín calabazón que este bichito que lo mato yo del Porrina…y es que podemos estar con el actor, escritor y director de teatro, José Antonio Lucia…o quizá no…pero no seremos nosotros quien lo contemos…quítense el mono de mecánico, lávense las manos grasientas con jabón de Alepo, píntense las uñas, pónganse guapos, cojan su maleta, paguen su entrada…y pasen y vean y mejor no lo cuentan ustedes.
Empezamos desde tus primeros pasos…cuéntanos
Yo empecé en Almendralejo con Samarkanda Teatro. En la época del instituto me llamó Pepe Recio…[Ríe]…y me ofreció hacer un curso en la Universidad Popular, le parecía muy gracioso la forma de como narraba cualquier anécdota y desde ese momento me enganché al teatro. Trabaja por las tardes en un Laboratorio de prótesis dental y lo dejé para seguir aprendiendo. Todo saltó cuando al año me ofrecieron una sustitución para Las Finanzas del demonio de Alonso Guerrero…[Ríe]…el ex marido de la reina Leticia…después vino el Yorick de Hamlet y algunos papeles más, fueron cuatro años buenos de contacto con el mundo escénico pero me cansé, quería hacer otras cosas y me vine a Badajoz, donde me llamó La Candi 2Banda, Pedro Luis Cortés y otras compañías.
…¿Se podía vivir de la actuación?
Se sobrevivía, eran años duros…la época Misery…[Ríe]…teníamos que bajar el listón en muchos aspectos, las duchas de agua fría eran constantes…[Ríe]…no había para comprar una bombona de butano…y las cosas no han cambiado tanto…[Ríe]…pero forma parte de la dureza que no se conoce del trabajo de las artes escénicas.
¿Y ahora puedes decidir las obras?
Ahora sí, o al menos ya le he perdido el miedo a decir que no, en este sentido me he puesto un poquito estupendo e intento currar en aquellas cosas que tienen un poquito de afinidad con mi forma de ver este trabajo, creo que he sido demasiado mercenario en este mundo….
…y para ello, para abandonar ciertos papeles también aportas tu parte literaria…¿Da miedo ese salto de escribir teatro para otros?
…lo necesitaba y me lancé a escribir un monólogo, Perro Crudo Cancro, que se estrenó en Lima. Tenía la necesidad de contar algo y a mí me llama la atención lo cotidiano, lo cercano, a poco que observes ves una situación que trasciende de manera inmediata, con las imágenes las poetiza enseguida, las transforma y componen ese imaginario que tenemos que está constantemente alimentándose de lo que vemos. Me llama mucho la atención lo absurdo, situaciones que te pegan y no tienen que ser muy trascendentes ni grandilocuentes, simplemente hay que tirar del día a día. Ese es mi alimento para escribir. Incluso para afrontarlas con dignidad personalmente encima de un escenario.
“Intento currar en aquellas cosas que tienen un poquito de afinidad con mi forma de ver este trabajo, creo que he sido demasiado mercenario en este mundo”
¿Cuál es tu base, tu aprendizaje para escribir textos como Alacrán o la Ceremonia?
He estudiado dramaturgia en Buenos Aires pero yo no tengo la carpintería de la escritura, yo escribo de oído porque lo subo al escenario, porque me escucho o escucho a los personajes sobre el vacío de las tablas.
¿Pero quizá no sea, esa forma particular de investigar en esos personajes esperpénticos y llenos de humor negro, un modelo de obras, de monólogos difíciles de adaptar en otros actores que no sea tú?
Estando en Argentina me llamó una teatróloga de Atenas para preguntarme si podía acceder al texto de Alacrán porque me vio actuar en el Teatro Timbre 4 de Buenos Aires. Eso dice mucho de la apertura interpretativa de la obra. Le actualicé algunas acotaciones, que después de dos años encima de los escenarios, han surgido y necesitan ser actualizadas, la obra va evolucionando, no creo, aunque nazca desde mi forma de ver las cosas, una obra que pierda vigencia en otros sitios del mundo y no pueda ser interpretada con la misma alma que pongo yo cuando realizo el monólogo.
“Me llama mucho la atención lo absurdo, situaciones que te pegan y no tienen que ser muy trascendentes ni grandilocuentes, simplemente hay que tirar del día a día. Ese es mi alimento para escribir”
Siguiendo con el monólogo de Alacrán, ¿Cuándo surge este texto?
Nace en Dinamarca, trabajando con el Odin Teatret, mientras realizaba un curso con Isabel Úbeda. En las improvisaciones allí, surge la idea del personaje con la maleta y con el flamenco, digamos que me salió como una especie de éxodo personal. Tardé como un año más o menos en terminarlo a base de muchas horas de componer el puzle de los personajes.
¿Cómo es ese proceso?
En un artículo que he escrito en todoteatro.com.ar “Cuando la imagen persiste”, explico todo el proceso desde que creo Alcrán por primera vez hasta que yo me imagino a ese personaje; La imagen que perdura como idea en la cabeza se convierte en experimento. Es alquimia, macera lentamente y, con cierto magnetismo, atrae más imágenes que se mezclan enriqueciéndose unas a otras, peleándose por conseguir un lugar en la fábula que uno vislumbra que puede ser finalmente lo que quiere contar. Así, poco a poco, entro en el juego gamberro, casi enfermizo, de crear una historia que tenga sentido sobre las tablas.
Alacrán comienza a caminar, a avanzar, termino el texto y a partir de ahí lo que necesitaba era alguien que me lo dirigiera. Contacto con Román Podolsky, me voy a Buenos Aires seis semanas hasta que estreno la obra en España. Todo ese proceso está sintetizado en un folio, en ese artículo. Habla de la persistencia de la imagen, cuando a la hora de escribir esa imagen es recurrente, no se te va y por sí mismo se desarrolla; El proceso de multiplicar la imagen es una celebración que siempre acaba en reyerta. Por suerte, todas las víctimas son imaginarias. Los personajes que no estarán en la historia se acaban marchando entre empujones, desquites y represalias. Los que se quedan cometen la indiscreción de seguir merodeando en mi cabeza componiendo una pretenciosa sinfonía de despropósitos, que se avendrá a razones cuando haya que subirla a escena.
Me estás diciendo que el espectador que haya visto Alacrán o La Ceremonia hace dos años quiere volver a verla hoy…
La esencia de Alacrán es su evolución, su proceso de crecimiento…
…Cuando le preguntamos en una entrevista a Rafael Álvarez el Brujo por la evolución en su teatro nos respondió que es una de las características fundamentales por las que el entiende el teatro: la evolución. También comentaba que él se repite, pero que lo hace como en la música minimalista, que se repite siempre la melodía pero con ligeras variantes. ¿Es básica también esa evolución en tus obras?
Efectivamente, el otro día me puso un espectador un comentario en Facebook que decía; he visto tu obra cuatro veces y siempre me encuentro algo nuevo. Pasa exactamente igual que cuando lees un libro la primera vez y años después lo vuelves a leer, o cuando ves lo clásicos de cine que tanto nos gustan donde en un segundo visionado ves una mirada de Al Pacino o de Robert de Niro que te sigue sorprendiendo…[Ríe]…Alacrán me ha dado muchas alegrías, y una de las alegrías que me sigue dando y es que yo honestamente creo que Alacrán está vivo, que no se me ha agotado el imaginario para trabajar y divertirme con él, el personaje siempre me sorprende con algo. Un momento, una acción, en el momento en el que enciende el cigarrillo deja de ser el mismo instante en el que lo encendió la función pasada.
Estamos hablando de Alacrán pero aún no hemos definido de qué va la historia
Un personaje charlatán que habla con la excusa de que la trama se centre en un territorio no definido, un sótano, una taberna, lo que sí sabemos que busca para lamerse las heridas, un territorio íntimo donde se lleva a cabo una ceremonia.
Resumiendo se trata de un triángulo amoroso, entre Paquito el Santo, la Cangrejo y Alacrán. Y entorno a esa historia de amor y a la rivalidad que existe entre Paquito y Alacrán, se crea un pequeño universo que habla de los desfavorecidos, de los perdedores, de que por mucho que intenten sacar la cabeza siempre van a estar ahí abajo. Culpa de cuatro tipos que nos tienen agarrados por el pescuezo y que a pesar de no cambiar nunca hay que seguir luchando.
“Alacrán está vivo, que no se me ha agotado el imaginario para trabajar y divertirme con él, el personaje siempre me sorprende con algo”
Argentina no supone un cambio de esto último que comentas respecto a España, pero suponemos que a nivel dramatúrgico te ha aportado mucho
Viajo a Argentina cada vez que puedo, por el teatro que realizan que tiene mucho de verdadero, por la formación que tienen, por los maestros, por el movimiento cultural que existe, independiente y no sometido a las instituciones y por la creatividad tan libre que tienen. Yo vi Harina de Román Podolsky y desencadenó que yo le llamara, con todo el arrojo del mundo para trabajar con él. Y ese contacto me hizo crecer mucho artista y sentir Argentina como el rincón más hermoso para desarrollar esta profesión.
Has hecho cine como Una novia para Yasmina en España o series en Argentina ¿Te sientes cómodo actuando fuera del teatro?
Yo soy bicho de teatro, el cine es un código diferente, yo no tengo perfeccionamiento de cine, también me gusta, pero los tiempos y las interpretaciones son muy diferentes. Aun así en breve seré uno de los protas en una producción extremeña, La Bola Dorada con Soraya Arnelas.
Aparte de representar Alacrán damos por hecho que está escribiendo otros textos
Sí, estoy escribiendo una cosa que se llama Ramón no es nombre para un gato blanco. Un sanatorio repleto de personajes que están obsesionados por la imagen
¿Eres capaz de desvincularte de Alacrán fuera de los escenarios?
Yo esa parte nunca la he entendido, para mí el teatro es un juego, es francés se dice jeau y en inglés play, un juego donde uno se viste, hace su mijina de perfil y juega.
¿Están jugando también con La Cabeza del Bautista de Valle-Inclán?
¡Buah!…me lo estoy pasando de miedo…con Pepa Gracia, Francisco Blanco y Jimmy Barnatán…!una maravilla! Estamos con los ensayos y tiene una pinta brutal…[Ríe].
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez