Comenta el periodista y ahora también escritor, desde su ópera prima La maldición de la casa grande, que la feria del libro de Badajoz es un lugar para pasear y para ver tranquilos y delicadamente los libros. Sin duda todo una proeza en estos tiempos que corren, pero así estuvo Juan Ramón Lucas, tranquilo y delicado con todos los que le acudieron a las firma de su libro y a la conferencia.
Su primera novela surge durante una cena previa al Festival del Cante de las Minas, cuando el alcalde le propone una historia y un personaje…de ahí surgen cien páginas, una agente literaria para pasar la prueba del algodón y la escritura final de una especie de western minero español. Épica y y goce, los ingredientes para rematar la novela del periodista.
Juan Ramón confiesa haber intentado sentirse y vivir como una mujer, la única manera de saber cómo se sienten y qué experimentan las mujeres, elemento esencial para desarrollar el hilo femenino narrador de la novela. Un relato de mujeres, muy reivindicativo, aunque no feminista pero sí de mujeres y hecho por mujeres. Un rato tranquilo y delicado el que nos dedica para escarbar con una pequeña pica los entresijos del imaginario del autor de La maldición de la casa grande.
¿Estamos ante una historia muy parecida al oeste americano?
Se parecen mucho. La épica es muy similar, aquella es una zona que a principios de Siglo XIX hay poco más que pastores. Los romanos, cartagineses y los ingleses habían explotado la zona, pero fueron los ingleses en el XVIII quienes comenzaron a explotar unas minas muy antiguas y a principios de siglo había dos mil personas y a finales ya se contabilizaban cerca de cuarenta mil. Podíamos definirla como una California, toda una explosión demográfica mezclada con la miseria, moral y económica. Riqueza para alguna gente, que eran los empresarios mineros, pero verdadera miseria para casi todo el mundo. Es un western como bien dices, en el sentido que narra una historia épica de búsqueda del dorado y hay violencia y demasiada ambición.
La historia surge en una cena con María Dueñas a la que prácticamente te cedió los personajes que narran tu novela…
…asumí la historia en cuanto ella me lo dijo..[Ríe]…y es que yo he escrito muchas veces pero nunca me he atrevido porque me parecía una verdadera bazofia, y de hecho esta novela estuvo guardada mucho tiempo. Trabajé mucho en ella, creía en ella, pero llegó un punto en el que me desanimé, yo no puedo, no soy escritor, soy periodista y me tengo que conformar pero sucedió algo. Yo tenía un contrato firmado con Espasa y tenía que cumplirlo y en un momento determinado, y tras escribir las primeras cien página y encontrar una voz, la parte más difícil, le dejé que leyera este primer boceto a alguien que no tiene que ver conmigo en ese momento, la agente literaria Palmira Márquez, la que me animó a terminar la novela.
Radio, tele, eventos periodísticos de todo tipo, familia…¿Cuándo sacas tiempo para escribir?
La novela la escribí entre las 3 y las 6 de la mañana, durante unos siete meses. Todos los días se los dediqué a escribir la novela. El ultimo mes escribía después de trabajar toda la noche sin parar, durmiendo muy poco y la terminé, con mucho esfuerzo pero con mucho gozo.
Narra una historia épica de búsqueda del dorado y hay violencia y demasiada ambición
¿Con La maldición de la Casa Grande te has quitado el mono del encorsetamiento periodístico?
La literatura te libera del peso de la verdad, puedes escribir lo que te de la gana, crear lo que quieras, inventarte lo que te venga a la cabeza, incluso con personajes reales podemos hacerlos bailar, jugar como tú quieres. Es una manera atroz de salirse de cualquier rutina laboral.
Ante tanto exceso de información lo que hace falta es el periodismo más comprometido posible
Para terminar Juan Ramón ¿Cómo está la salud del periodismo en España?
El periodismo siempre está en crisis, y ahora estamos en un momento más complicado que otras veces por otras razones. Como casi todo el mundo tiene acceso a la información y luego tiene posibilidad de contarlo como le de la gana aunque sea mentira. Nuestro esfuerzo ahora se debe centrar en contar las cosas que vemos, contrastarlas, comprobarlas y ser los testigos más veraces posibles. Ese debe ser nuestro compromiso con el público, con los oyentes, los lectores, los consumidores del periodismo. Decía Miguel Ángel Aguilar que en las inundaciones lo que más falta hace es el agua, el agua potable, pues ante tanto exceso de información lo que hace falta es el periodismo más comprometido posible.
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez