Laura Covarsí es barita y plata, es ternura y elegancia. Laura es fotógrafa y extremeña. Laura dedica su vida a meter en formol el instante de la existencia de alguien, restaura el cobertizo quebrado de algún paisaje del norte de Europa y desentierra los sonidos de la imagen en un claro divertimento familiar. Nos mira y se pregunta ¿Cómo una imagen tan pequeña puede tener una nitidez tan inmensa? Delante tenemos una fotografía, un ferrotipo gema que mide dos centímetros y medio de alto y que al acercarnos con una lupa se pueden ver hasta las hebras de lana del chaleco que lleva debajo de la chaqueta.
Laura tiene un negativo que custodia en su alma, la instantánea de su padre. Cuando le da por revelarlo explotan fotografías maravillosas, retratos de viajes itálicos, versos de Ángel Campos y un Lisboa desenfocado.
Covarsí es el encuadre de Luigi Ghirri, la sacudida de Max Pam, el ocre de Lady Clementina Hawarden, la arquitectura de Paco Gómez y la cámara enamorada de Van der Elsken.
La fotógrafa extremeña añora la luz de primavera y el principio del verano de España. Echa de menos las mejores croquetas del mundo, las de espinacas y piñones de su madre. Laura Covarsí extraña el cielo que daba luz a sus fotos, pero nunca olvida, sus proyectos son propiedad de todos, un recuerdo de su tierra en carne viva y una profesional dando lustro a nuestro imaginario cultural por museos holandeses.
Laura, quizá hay algo de familiar en tu profesión, o quizá sólo has seguido una estela de lo aprendido en casa…
…Tengo la sensación de no haber seguido la estela familiar. O al menos de no haber hecho nunca ningún esfuerzo por seguirla. Cuando creces rodeada de personas que trabajan de alguna manera creativa, casi no hay opción. Tu forma de entender el mundo y estar en él sólo puede ser así. Es como un lenguaje, un idioma. Un niño aprende el lenguaje de sus padres y con esa herramienta entiende el mundo y se relaciona con él. Yo aprendí ese lenguaje y ahora no sabría hacerlo de otra manera. ¡Tendría que aprender otro idioma!
Para emprender el idioma de la fotografía has tenido que marcharte de Extremadura…
…Sí, me fui de Badajoz para estudiar Historia del Arte en Salamanca y Fotografía en Huesca después. Lo de Salamanca fue una inercia natural. Me fui a estudiar lo que tenía más sentido para mí en ese momento. Al final de la carrera empecé a hacer fotografías con mi propia cámara y pensé que podría hacer de algo que me gustaba, mi profesión. Llevaba toda mi “corta” vida viviendo la fotografía muy de cerca con mi padre. La casa estaba llena de libros de fotografía, catálogos y revistas. He pasado muchas tardes leyendo estos libros, hablando con mi padre, viajando con él para fotografiar… Era casi inevitable acabar relacionada con la foto de alguna manera. Estudié en la Escuela de Arte de Huesca porque algunas personas me hablaron de Armado García Ferreiro, uno de los profesores de la escuela que aún hoy sigue siendo para mí mi maestro. Fueros sólo dos años, pero sentaron las bases de muchas cosas. Recuerdo muy bien todos los referentes que Armando, y otras profesoras, nos dieron.
¿Qué te impactó de pequeña para vivir de una cámara…o sus resultados?…
Recuerdo también, en esos años, visitar algunas exposiciones de fotografía con mi padre que me impresionaron marcaron la dirección que tomé en mis fotografías: Bernard Plossu, Max Pam, David Jiménez, William Eggleston, Nan Goldin,…
Llevaba toda mi “corta” vida viviendo la fotografía muy de cerca con mi padre. La casa estaba llena de libros de fotografía, catálogos y revistas. He pasado muchas tardes leyendo estos libros, hablando con mi padre, viajando con él para fotografiar…
¿Qué imagen te viene a la cabeza cuando escuchas a los tuyos, a tu madre, a tu hermana, a tantos kilómetros de ti?
Cuando pienso en Extremadura y pienso en aquellos años me vienen imágenes a la cabeza, siempre. Sobre todo, imágenes del paisaje donde he vivido y a donde sigo volviendo siempre. Siempre que he pasado temporadas viviendo en Extremadura he acabado, sin decidirlo conscientemente, haciendo algún trabajo que tenía como eje el paisaje, la geografía “física” y también la humana. Extremadura es una roca dura pero preciosa.
Y en esta roca dura de la que hablas ¿Cuándo decides buscarte la vida con la fotografía? ¿Con que proyecto fotográfico te quedas de esta época?
Hay dos trabajos que casi coinciden en el tiempo y que quizás sean los que más me han atado a la región de una u otra forma. Uno es el trabajo que hice para la Biblioteca de Extremadura “Compañeros de viaje. 25 escritores extremeños” donde pasé varios meses retratando a escritores nacidos en Extremadura. Fue un proyecto a camino entre el encargo profesional y el proyecto personal. Retraté a mi manera a las personas, su obra y los lugares a los que pertenecían. Se publicó un catálogo y las fotografías se expusieron en la Biblioteca de Extremadura entre 2008 y 2009.
Antonio Covarsí – Fragmentos, Cinco relámpagos estallan en sollozos
Pero sobre todo el segundo trabajo, “La Humedad” y no sé si está terminado. Este trabajo empezó días después de morir mi padre y habla de su ausencia. Podría alargarse toda la vida, porque esta ausencia no desaparecerá nunca. En este trabajo aparecen todas las personas y paisajes que rodearon a mi padre, y que me rodearon a mí en los años posteriores a su muerte. A través del paisaje, de la atmósfera que aparece en las fotografías he intentado transmitir una sensación física, el frío, la humedad de febrero… como una metáfora de las emociones. El paisaje ahí es muy importante.
Existe un libro que recoge las sensaciones de tu viaje, el mismo que hizo tu bisabuelo. Cuéntanos ese “viaje” de emociones…¿Qué te aportó?
Desde que era pequeña había oído hablar del “viaje del abuelo” a Italia. En realidad no sabía demasiado de aquella historia, ni del libro que publicó con sus memorias, pero me parecía muy emocionante pensar que alguien de mi familia, en 1907, con 21 años, había cogido sus cosas y había recorrido Italia en tren durante meses. Yo cogí la cámara, su libro y unos cuadernos y viajé por los lugares que describía en sus diarios. A la vuelta la Diputación de Badajoz publicó “Italia vs. Italia”, mi diario de viaje, que incluye parte del suyo.
Hace poco me di cuenta de que desde aquel viaje, colecciono sin ser consciente, cosas que tiene que ver con aquel viaje. Es un viaje difícil de olvidar. Me sentí muy libre de fotografiar y dibujar todo lo que pasaba por delante. Volvería a repetirlo cada año.
¿Qué imagen te viene a la retina de ese viaje?
El color de las paredes de Roma, los pinos del albergue de Florencia, las ventanas iluminadas por la noche en Venecia, una mujer con pelo blanco cruzando un puente en Roma, las calles llenas de gente de Génova, el tren a Pisa…
…y pasas unos años en Lisboa después…
…unos cuantos años…y no fueron muy fotográficos. Fueron más de caminar y observar (y comer). Me he llevado de Lisboa la manía de comer sopas de verduras compulsivamente. Es la ciudad más bonita de Europa.
Me parecía muy emocionante pensar que alguien de mi familia, en 1907, con 21 años, había cogido sus cosas y había recorrido Italia en tren durante meses
Vivir en ciudades como Lisboa o Barcelona te hacen sentirse lejos de tu tierra…¿Crees que has podido invertir esos días de tu vida en tu región?
En 2013 empecé a estudiar en Portugal conservación y restauración de fotografía. Era algo que quería estudiar desde que acabé Historia del Arte en el 2001, pero no había ningún lugar donde estudiarlo en España. Yo ya estaba en Portugal, donde sí había un máster, dirigido por Luis Pavao. Él lleva trabajando en este campo más de veinte años y fue una suerte poder estudiar con él. Me fui a Barcelona para hacer las prácticas del máster en el Museu Maritim, en el Archivo Fotográfico. Y ahí me quedé tres años en los que he aprendido muchísimo de la profesión, pero también de las iniciativas de las personas con las que he convivido. La ciudad es muy exigente. El ritmo, la competencia profesional, la turistificación de la ciudad, son aspectos difíciles de vivir Pero hay muchas otras caras de Barcelona que he disfrutado muchísimo. He aprendido de las personas que sacan tiempo y fuerzas para llevar adelante proyectos en los que creen. También del trabajo en grupo, compartir conocimientos y experiencias. De ingeniar soluciones para que las cosas salgan adelante. Siempre me he sentido muy acogida. He sentido que confiaban en mí y me daban la oportunidad de demostrar que lo que hacía podía ser útil o interesante para los demás.
Háblame de tu trabajo actual en Ámsterdam… ¿Cómo lo consigues? ¿ ¿El concepto colaborativo de este tipo de proyectos culturales en Holanda?
Empecé a trabajar en el Rijksmuseum de Ámsterdam en noviembre de 2017. Unos meses antes apareció una oferta de trabajo y me seleccionaron para la entrevista. Trabajo en el taller de restauración tratando fotografías de autores holandeses de la colección del museo. Hasta ahora he trabajado con fotógrafos del siglo veinte, desde los inicios, por ejemplo, Jacob Merkelbach (1877-1942) hasta Ed van der Elsken (1925-1990). Mi trabajo consiste en restaurar las obras deterioradas y determinar las medidas preventivas para la conservación de las obras en el futuro. Trabajo en un equipo de cuatro personas dedicadas exclusivamente a la fotografía. Hay muy pocos museos en Europa que cuenten con un equipo como este. Es un lujo trabajar aquí.
Cada día tengo la oportunidad de ver obras clave de la historia de la fotografía, porque la colección del museo es joven pero muy interesante. A veces bajo a los depósitos y abro cajas con fotos de autores que he admirado siempre o que tienen un lugar importante en la historia de la fotografía. Ni en mis mejores sueños aparecía algo como esto.
Biblioteca del Rijksmuseum . Colección Jacob Merkelbach
¿Qué te gusta de vivir fuera…qué echas de menos de este rincón del mundo…? ¿Volverás a Badajoz? Invertirías en lanzar tu proyecto aquí…
En los últimos años he trabajado directamente con el patrimonio fotográfico de otros lugares que no son Extremadura. Unos sitios te llevan a otros y así se va pasando el tiempo, ya sabes… Pero siempre, siempre, no sé por qué, hay algo que me hace pensar en el sitio donde he nacido. Una especie de sentimiento patriótico (que no esperaba encontrar en mí, desde luego) que me dice que me gustaría contribuir de alguna manera, con mi trabajo, a preservar la cultura para el futuro. Esa idea está ahí y está cocinándose a fuego lento.
Trabajo en el Rijksmuseum de Ámsterdam con un equipo de cuatro personas dedicadas exclusivamente a la fotografía. Hay muy pocos museos en Europa que cuenten con un equipo como este. Es un lujo trabajar aquí
Una foto que tienes por hacer…
…un arcoíris en una noche oscura.
Entrevista. Willy López | Fotografías. Laura Covarsí. Antonio Covarsí