Extremadura colonizaba tierras en época de hambre. Madrid era una calle más del mapa. Barcelona un barrio donde levantar familias. Bilbao un parque gris donde machacar la nostalgia soleada de Tornavacas para abajo.
En ese nuevo callejero octosílabo. Berzocana, sin conexión AVE pero con un caminito desgastado entre las jaras, escupe a un niño larguilucho dirección Vallecas. En ese suspiro de alta velocidad una ilusión agridulce, una maleta de transición y un petate protestón.
En los 70 voz engolada a lo Paco Ibáñez. En los 80 voz para adentro, estilo brasileño, Caetano Veloso, Milton Nascimnento o Djavan. En los 90 voz poética, recuerdos de su tierra y su amada Portugal. Ahora, en la actualidad, asegura cantar afónico si hace falta. Luis Pastor utiliza la escritura como un espejo donde reflejar las emociones, los estados de ánimo, donde buscarse y donde encontrarse. Es en esa búsqueda, y a las dos de la madrugada, esperando el barco destino la isla de Troia con Javier Ruibal, Pablo Guerrero y la voz de Dulce Pontes donde llegan las lluvias de mayo que mojan el cuerpo pero su alma no.
Seis de la tarde y Luis Pastor y Lourdes Guerra preparan sus voces desde el barco de la cultura que la Fundación CB mantiene viva en la sede de la Residencia Universitaria RUCAB. Espacio mágico para gente tocada por la varita del virtuosismo como el cantautor extremeño.
Luis Pastor y tres minutos para resumir sus cuarenta años de vida. Tres folios escritos con callos y acento lanzatremeño…Qué fue de los cantautores preguntan con aires extraños cada cuatro o cinco años despistados periodistas que perdieron nuestra posta y enterraron nuestra voz. Y así van más de treinta con la pregunta de marras tocándome los bemoles, tomen nota señores que no lo repito más.
Luis, disculpa… ¿Qué fue de los cantautores?
…[Sonríe]…Cuando vuelvo al escenario en el 81, todos aquellos que me ensalzaban, una vez muerto Franco, decidieron que nuestra música ya no tenía razón de ser. Nos pone una etiqueta de tíos aburridos, barbudos con una simple guitarra. Y eso queda para que mucha gente no se acerque a oír a los cantautores en los años 90. Es verdad que esa sensación se ha ido diluyendo, primero por la aparición en décadas diferentes de jóvenes creadores y porque alguno de nosotros no nos hemos rendido. Yo he sido capaz de cantar cuarenta años de historia de este país en tres folios, ¿Por qué no escribir mi vida en verso? Yo he aprendido a escribir de mayor, yo no sabía escribir, musicaba los poemas, y fruto de mis lecturas poéticas y de saber encontrar mi voz en la palabra.
Poesía desde tus canciones, ahora al papel del libro…
…Cierto es que mis libros discos sacaba treinta poemas en cada disco pero no era como tal un disco de poesía. Es la primera vez que yo me meto a hacer libros, por un lado el de poesía con Jose Manuel Díez “Josele” y ahora este ¿Qué fue de los cantautores?.
¿Por qué en octosílabos?
Yo creo que por Martín Fierro, ese emblemático poemario argentino que cuenta la historia del pueblo gaucho de final del siglo XIX. Me acuerdo de haberle comprado una edición de lujo a tres euros para mi hijo de Martín Fierro. Al volver a releerlo influyó en mi estructura en octosílabo en sexteto. Después de cuarenta estrofas, fue también mi hijo quien me dijo ¿Padre, cuenta las sílabas? Apenas sabía las reglas. Sonaba bien, pero había que corregir.
¿Cuándo surge?
La verdad es que fue una especie de broma, cuando en el homenaje al 40 aniversario de mi disco Vallecas, y dije que estaba harto de homenajear a los compañeros muertos, Hilario Camacho, Tintín Cabrera, Imanol, Labordeta y pensé que molaba más auto homenajearse…[Risas]…y voy a editar tres libros. Uno de poesía, otro de letras de canciones que saldrá con Akal y uno de memorias que iba a hacer con un periodista pero antes las editoriales Capitán Swing y Nórdica Libros me persiguieron hasta sacar este libro tan fabuloso. Algo tienen los hermanos (directores de ambas editoriales) para estar detrás de mí todo un año. Ellos no sabían que iba a escribir en verso, se esperaban para otra biografía con el periodista. Lo sorprendente es que dedican este libro a sus padres.
En los análisis de muchas canciones políticas también te puedes encontrar esa esperanza, en este libro no hay rencor, sí ternura e ironía. No existe un ajuste de cuentas en mi discurso
Memorias en verso, pero hasta el año 79…
…hasta mi primer desencanto político, donde vivimos la desilusión de sentir que nada es como nos creíamos. Que las grandes verdades se diluían, que la izquierda se dividía, que la revolución que creíamos y soñábamos no llegaba, que las utopías se desvanecían, ahí hubo un momento de duda de la canción política, de su utilidad, y de duda personal de saber si nuestro éxito, mi éxito era debido a mí o a un movimiento social y político que nos empujaba. En ese momento me retiré de cantar dos años, y en ese tiempo aprendí a cantar…[Ríe]…durante ese tiempo fui a clases de canto, hice expresión corporal, compuse para obras de teatro. Me metí en el Gallo Vallecano, allí estuve seis meses de obrero, con los focos, butacas, escenarios con Fermín Cabal, Matilla y Juan Margallo entre otros. Allí me abrí a otro mundo, llegué a componer música para una obra de Alfonso Sastre y para dos obras infantiles de Luis Matilla.
Época complicada pero a la vez emocionante…
…en esa época cuando se hace tabla rasa y se dice que llegó la democracia en las primeras elecciones es mentira. En el 79 la extrema derecha aún mataba y pintaba en las paredes Franco resucita. Cuando yo me retiro en enero de ese año sale una nota en El País donde yo aparezco como amenazado. Ahí acaban las memorias y ahí acaba una etapa, posiblemente de un movimiento de cantantes que no se ha repetido, que tenía una presencia real en lo que sucedía en la sociedad. La reivindicación a través de la música. Un fenómeno que se estaba dando en todo el mundo. Latinoamérica y hasta en Estados unidos con Joan Baez y el Dylan de la primera etapa. Apostábamos por una canción diferente, con letras comprometidas y algo de amor.
Siento algo de frustración en tu discurso.
No, yo sigo creyendo en muchas cosas desde mi ingenuidad de niño, sigo creyendo en muchas cosas buenas del ser humano, por tanto creo que siempre hay una esperanza en mi propuesta, no hay una negatividad absoluta. En los análisis de muchas canciones políticas también te puedes encontrar esa esperanza, en este libro no hay rencor, sí ternura e ironía. No existe un ajuste de cuentas en mi discurso.
Cuéntanos esa etapa canaria, que te ha dado las islas, ese contacto con Saramago…
Hay un antes y un después que viene del año 93 cuando conozco a Pedro Guerra de manera más directa. Un día le invité a cantar en el bar del teatro María Guerrero y me cantó Peten Pan y yo aluciné. Cuando la trayectoria de uno es tan larga hay momentos en la que no sabes que contar, la creatividad se agota y musicalmente parece que has agotado todo. Es ese el momento que pilla con Pedro, donde él me aporta unas armonías en mis letras que me abren mi voz. En Diario de a bordo se puede ver esa etapa creativa, en Soy o en Piedra de sol grabada en Mérida que es una revisión de los temas de los 70 con poetas que vuelvo a rescatar. Vuelvo a disfrutar, vuelvo a embelesar en los conciertos. Conocer a Saramago ha sido abrumador. Llevar a la música su poesía, escrita hace 50 años fue un viaje al recuerdo, al surrealismo que tanto me gusta.
Tu conexión con Extremadura ¿Cómo anda?
Es buena. La he recuperado, a nivel de vivencias, de memoria, es decir, que soy de un tiempo de cerezas, con Berzocana como cuartel, con mis hijos cuando eran pequeños. Es ahí donde he escrito mis memorias, mis añoranzas, mi infancia y mis paisajes. Cuando hablo de Extremadura, de las Villuercas en cualquier sitio parezco un embajador, sólo puedo recomendar maravillas de nuestra tierra. Yo siempre he estado conectado con la tierra, desde Pablo Guerrero, mi hermano, donde hemos tocado en miles de sitios, pasando por la cooperativa de músicos Jammin donde estaba Perroflauta por ejemplo hasta Bebe la conozco estando aún en Vanagloria. Siempre he estado abierto a voces nuevas y a gente que yo sé que están ahí y a veces no tienen un altavoz donde poder llegar. Me acuerdo como pudimos conectar nuestros proyectos con Dulce Chacón antes de fallecer, manteniendo una bella conexión la tierra.
Conocer a Saramago ha sido abrumador. Llevar a la música su poesía, escrita hace 50 años fue un viaje al recuerdo, al surrealismo que tanto me gusta
¿Tenemos relevo generacional con tu hijo Pedro?
Las cosas han cambiado, quizá hemos retrocedido en algunas luchas pero Pedro es un ser valiente que se plata en Latinoamérica con su mochila parta recorrerla durante tres meses para recolectar sonidos, escuchar a la gente y cantar con ellos. Tiene un gran talento escribiendo y su capacidad desde los 16 años para hablar de cosas que yo muchas veces me he preguntado cómo las ha podido vivir. Jamás pensé que se dedicara a esto, primero porque no le gustaban los cantautores…[Ríe]…de pequeño estaba con Estopa, el rap y el flamenquito facilón…recuerdo con trece años que le regalé la colección de poesía que editaba el País y desde entonces se lo ha guiado todo él solito. Abrió su mundo con la lectura y ahora está desarrollando un gran trabajo musical.
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez