Máximo Huerta destacaba en su visita a la Feria del Libro de Badajoz que cualquier lugar es bueno para extraer una historia de novela…una comanda de una cafetería, una espera en un ambulatorio, una feria de libros…Huertas nos comentaba la suerte que le dio la primera vez que vino a la Feria pacense, con la que ganó un premio, pocos días después…otro premio o como tuiteaba el otro nuevo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, con una viñeta de Forges…Jomío, te recuerdes que los cargos los carga el diablo. No la tuvo. Brevedad política pero extensa y duradera profesión novelística. Y de vuelta a la feria de los libros pacense Máxim es Máximo y de su Firmamento volamos a su Con el amor bastaba, una emocionante novela que pone el foco en la única vía de salvación frente a los desencuentros, frente a las diferencias: el amor.
Máximo Huerta ha escrito ocho novelas: “Que sea la última vez…”, “El Susurro de la Caracola”, “Una tienda en París”, “La noche soñada”, “No me dejes/Ne me quitte pas”, “La parte escondida del iceberg”, “Firmamento” y “Con el amor bastaba”. Todas ellas han sido publicadas en otros países y traducidas a varios idiomas. Además ha publicado un libro infantil ilustrado por María Cabañas, “Elsa y el mar”; un libro de viajes, “Mi lugar en el mundo eres tú” y los relatos ilustrados “El Escritor” y “Partir de cero”.
Con el amor bastaba ¿Cuándo se gesta esta última novela?
El libro ya nació hace un tiempo pero ahora es en el fondo cuando lo presento, después de haber vivido este tiempo raro, de librerías a medio gas, de la cancelaciones de las ferias, así es que agradezco que se haya presentado aquí en Badajoz. Esta novela habla de felicidad de ser uno mismo, un novela que habla de un niño que sabe volar, durante toda la vida hasta que se hace adulto, de los problemas de los que se enfrenta a la familia, es por tanto una novela con intriga, con muchos secretos y con muchos guiños a esa belleza de ser diferentes.
Tras su última visita a esta feria han pasado muchas cosas …Ministro de Cultura, despidos de RTVE, pandemia…¿Que implica volver a estos espacios de la cultura aquí en Extremadura?
Han anulado todas las ferias y la Feria del Libro de Badajoz es como llegar a casa, un lugar que ya conozco y que sé emocionalmente cómo se mueve, su espacio y el entorno pues implica pisar casa, y eso me gusta. Son necesarias las ferias del libro, para todos, no deben parar, dentro de la seguridad y las medidas correspondientes, los libros son necesarios para alimentarnos de otra manera.
¿Qué importancia tiene el lector?
El libro nace de verdad cuando un lector te dice que lo ha leído, te dice lo qué siente y cómo le ha llegado, qué sensaciones tiene. Siempre hay algo de confesión de sacerdote y fiel en versión de autor y lector, cuando un lector se acerca hay un tono de voz baja, te leen en soledad como cuando uno escribe, y esa intimidad improvisada es maravillosa y necesaria para que un libro crezca. El mejor librero siempre es un lector o una lectora. Los nombres de algunas lectoras han formado parte de mis novelas, recuerdo una dedicatoria a María Montaño que ese nombre pasó a ser un personaje de una novela mía.
Esta novela habla de felicidad de ser uno mismo, un novela que habla de un niño que sabe volar
¿Cómo lleva un escritor la vida en plena pandemia?
He pasado toda la pandemia sólo en mi casa, me ha dado tiempo a trabajar y a leer mucho y he releído novelas que siempre me gustaron. La temperatura, el tempo en casa es otro, hay pocas opciones en soledad aunque el hecho de ser hijo único he enfocado el confinamiento de otra manera. Leer por las mañanas y escribir por la tarde, el escribir ha sido como una salvación, una ventana, enfrentarme al folio en blanco a mí no me ha supuesto ninguna angustia, todo lo contrario, una verdadera compañía.
Leer por las mañanas y escribir por la tarde, el escribir ha sido como una salvación, una ventana
¿Te has inspirado la pandemia como tema?
No, nada, la pandemia no me ha dado ninguna historia. Durante este tiempo he vuelto a abrir una época que siempre me ha gustado mucho, la de los años 20, aquella de Una tienda en París. Hace cien años no se ponían mascarillas, al contrario, se quitaban corsés y prejuicios.
Willy López | Fotografía. Félix Méndez