En un campo de fútbol se juegan todos los dramas humanos. Así de rotundo definía el novelista y periodista Albert Camus su pasión por el fútbol. A Camus le gustaba este juego, defendía que la práctica de este deporte unía a compañeros católicos y musulmanes en unos campos de tierra llenos de muchachos barnizados por el crepúsculo argelino, la pasión, el ímpetu, el abrazo puro de la victoria y el poso amargo de cada derrota. El futbol, a fin de cuentas, es eso. Cuando la pelota echa a rodar, todo lo demás es accesorio.
Allá por el 1992 las destartaladas cabinas de radio retumbaban con las voces infinitas de Ángel Luis López o Fernando Echave. Pasión y alma, los mismos ingredientes que pusieron los jugadores del CD Badajoz para lograr el ascenso. Otra voz, ésta ronca y emocionada, la del entrenador Paco Herrera, dictaba una promoción conseguida por todos los protagonistas de la ciudad, del utillero al vecino del barrio San Roque, pasando por el que cambiaba los carteles del fondo marcador, ese día lo haría seis veces. Del viejo al nuevo Vivero. De un club centenario a una centena de ilusiones puestas en la nueva sociedad. De aquel aficionado de transistor al carrusel de radios ofertada por el teléfono móvil. De pagar la entrada en pesetas a hacerlo en euros. Pero a pesar de la customización del fútbol, de la severa profesionalización de este deporte, la afición, el balón y el grito cuando el esférico roza la redes, es el mismo, pura llanto de alegría, pura droga deportiva.
Se ha vagado por divisiones durante muchos años, una cura de humildad que nunca se debería olvidar. La reorganización de unos cuantos amantes del fútbol ha hecho resurgir de las cenizas a un club que ha visto muy de cerca al forense. Afición apoyando y una directiva joven, con Pablo Blázquez a la cabeza, e ilusionante que han hecho muy bien los deberes. Todo por una droga llamada fútbol y como escribe Enric González, lo otro es metadona o, en el mejor de los casos, heroína al 3 %. Casi placebo. Socialmente menos corrosivo, políticamente menos provocador, menos peligroso para todos nosotros. El fútbol puro, el fútbol que libera toda la energía de las masas, es pura subversión.
Puro fútbol, ese que lleva en las venas el entrenador del CD Badajoz. Corre sangre magrebí por los vestuarios, Mehdi Nafti, que con cierto aire faraónico asume con muchísima disciplina y arrojo el envite.
Abuelo gendarme en Argelia y exilio, padre tunecino en plena revolución de Bourguiba y exilio, madre marroquí de origen argelino y exilio. Un amor, un objetivo y una lucha de supervivencia en una oleada generacional de inmigración. Toulouse el vórtice. Años 70. Exilio y lucha. De aquel aprendizaje social y familiar este modelo de entrenamiento. Esfuerzo en equipo para llevar un plato de goles con el que dar de comer a la afición. Así es Nafti, directo, cercano y duro, como aquellas apañadas espinilleras de papel de periódico con las que jugaba su abuelo en campos de tierra y piedra. Jirones de L´Équipe para jugar en equipo. El exilio del fútbol continúa.
¿Cómo fueron esos años recién aterrizados en Francia?
Era hijo único y vivíamos en un barrio modesto, tenía a mis padres siempre detrás de mí, con el tema de los estudios y el fútbol.
Suponemos que es importante ese control familiar en barrios así en aquella época…
…muy importante, fundamental. Donde yo crecí podía haberme ido al lado malo de la manera más fácil del mundo. Con esa educación entré en el circuito, en el esquema estudio-deporte y no salí de ahí. Estaba muy protegido en la edad de adolescente por los padres y el sistema educativo francés que te permitía compaginar bachillerato y universidad con el deporte.
¿Cuándo te planteas que puedes vivir del fútbol?
Con 19 años salto al primer equipo del Toulouse y tras mi debut. El entrenador en aquella época me dijo o el fútbol y los estudios, el nivel era muy alto, el fútbol una profesión y dejé la carrera de Dirección de empresa y Administración a la mitad. Es ahí cuando decido trabajar como deportista profesional.
¿Estamos hablando del…?
Del 1998, Francia recién campeona del mundo y era una gran oportunidad para debutar en la primera división. Lo hice contra el Mónaco, que tenía los recientes campeones Barthez, Trezeguet y Thierry Henry. Fue un boom para el país, el fútbol al menos, creció bastante.
¿Qué recuerdas de aquel debut?
Lo recuerdo perfectamente. Minuto 70. Cagado de miedo, tu primer partido en tu ciudad, en el club que te ha formado y delante de familia, amigos y afición. Fue muy emotivo
Francia, España, Grecia, Inglaterra y Túnez con la selección…recorriendo mundo, recorriendo también culturas…
Hay que intentar vivir varias vidas en una, aprendes idiomas, culturas, formas de ver la vida diferentes…te abre el cerebro, eso es muy importante. El viajar y trabajar en muchos países te obliga a tener una visión del mundo amplia, puedes opinar o dar información de cosas que otras personas desconocen y te ayuda mucho en tu trabajo. Ahora mismo como entrenador el hecho de tener un jugador francés o inglés, cristiano o musulmán, hace que sepa las necesidades que necesitan para integrarse porque lo viví en mis carnes como jugador.
¿No crees que hay rincones en el mundo del futbol que deberían desaparecer por el fanatismo que impera en muchos estadios?
Yo lo he vivido. Dejé el Birminghan por el Aris de Salónica por un contrato importante. La afición en ciertos países en muy delicada, apoya mucho pero también se excede en el control de los equipos. Pasar esa franja es peligroso. La ventaja en países como Grecia también es el problema, es decir, nunca es suficiente, son unos fanáticos, hagas lo que hagas, y te empiezan a llegar amenazas. Ese año además gané el premio al mejor mediocentro de la liga pero para ellos no era suficiente. Es cuando te planteas coger las maletas y buscarse la vida en otros equipos. Fiché por el Valladolid en enero que estaba en puestos de descenso. Cómo tenía que ser la presión que sufrí en Grecia. También hay que decir que tenía muchas ganas de volver a España.
El viajar y trabajar en muchos países te obliga a tener una visión del mundo amplia, puedes opinar o dar información de cosas que otras personas desconocen y te ayuda mucho en tu trabajo
Tu imagen es de cercanía, lo primero que pediste al llegar fue cariño…creo que tus valores es clave para llevar al club a una fase de ascenso, tus valores y tu forma de ser se han visto cercanos y directos…
…[Ríe]…es cierto. Yo soy una persona de corazón, quizá más que de cabeza. Y a veces te llevas una buena leche por ser así pero es mi estigma. Es lo que aprendí de pequeño y lo que intento inculcar a la plantilla, valores. Yo no entiendo las mentiras en el deporte, en la vida de un grupo, no puedo compartir esa actitud. Tenemos que ser una familia, con todo lo bueno y lo malo de una familia. Tú mueres por mí y yo muero por ti. Es mi forma de entender el fútbol y la vida en general.
No sé si ahora os encontráis con jugadores más jóvenes en la plantilla que antes donde quizá esos valores al que te haces mención se diluyan algo más…
Como entrenador, como club, te tienes que adaptar, todo ha cambiado. Por ejemplo las redes sociales, que yo no comparto para nada, y que ahora forman parte de la vida de los jugadores. Las redes sociales es un refugio de los cobardes…¡Cuidado! Que hay cosas buenas pero en general me parece todo muy vacío. En la vida tienes que poner filtros, y la opinión que se vierte en estas redes es a veces sucia y falta de moral. Pero también hay que comprender que tienes a jugadores jóvenes que están pegadas a este tipo de cosas pero no se puede imponer una filosofía entorno a este problema. El futbolista es muy egoísta por naturaleza, siempre piensa que debe jugar cada domingo, y en parte está bien, debe ser competitivo, pero tiene que entender que hay más compañeros que también pueden jugar. Es ahí donde tenemos que intervenir, hacerle reflexionar, explicar bien que si se toman decisiones es para el bien del grupo. Si rindes es para el grupo y se puede rendir dando un buen pase, marcando un gol o dando una palmadita a tu compañero o animando desde el banquillo. Son los valores que los chavales deben aprender ahora. El grupo, la plantilla debe exigirse más entre los propios compañeros, sin que yo como entrenador interactúe, se auto eduquen eso me gusta.
Esos valores lo has mamado de tu padre, al que nos han comentado que le haces mucho caso…
…sin duda. Mi padre ha trabajado mucho en la vida para darme todo. Es un apasionado del fútbol y tiene una visión muy humilde de la vida, su carácter de lucha y de trabajo en equipo lo llevo en mi sangre. Te recuerdo que a los veinte años me separo de ellos para ganarme la vida con el fútbol y les debo todo a ellos. Le escucho casa vez que le pido un consejo. Un respeto natural.
Yo no entiendo las mentiras en el deporte, en la vida de un grupo, no puedo compartir esa actitud. Tenemos que ser una familia, con todo lo bueno y lo malo de una familia. Tú mueres por mí y yo muero por ti
Inmigración, paro, economía, educación, cultura…¿Eres una persona interesada por los asuntos sociales y políticos?
Ahora me arrepiento, pero nunca he sido un hombre político, no me he interesado por los asuntos sociales hasta ahora. Quizá porque soy un hombre que sólo sabe hacer una cosa a la vez…[Ríe]…me he centrado en mi vida de jugador en jugar al fútbol casi exclusivamente. La vida del futbolista es muy corta y hay que dejarse la piel, abandonando ciertos aspectos de la vida también importantes. Antes sólo sentía, respiraba y vivía fútbol. Desde que soy entrenador he recuperado el tiempo perdido en esos temas. Estoy muy interesado en la política, sobre todo la de Francia, aún no puedo opinar de la situación en España pero me estoy informando.
¿Te habrás informado de la inclusión en el Gobierno español de partidos políticos como el de Jean-Marie Le Pen en Francia o de la falta de criterio social en políticas sociales como la emigración o salud?
En Francia, remontándonos décadas atrás, la generación de mis padres al llegar a Francia se adaptó, se adaptaron sin olvidar nuestras raíces, hablando francés y practicando nuestra fe sin imponer ningún estilo de vida. Las nuevas generaciones que llegan o los que han nacido en estos últimos años, quieren vivir como norteafricanos en Francia, llegando a odiar al país de acogida, todo un error. No está generalizado esta situación pero es un arma que pueden utilizar algunos franceses para verlo como una falta de respeto, pensarán os hemos acogido, ayudado y nos tratáis así. Ahí pueden surgir los extremismos tan malos para cualquier país. España debe anticiparse a este problema, un tema migratorio que en breve ocurrirá aquí.
Marcelo Bielsa dice que un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea…¿Cómo está valorada la figura del entrenador en estos momentos Nafti?
Es fútbol es la vida. Y ahora mismo que estamos jugando los playoff de ascenso soy Brad Pitt, rubio con los ojos azules, pero si perdemos soy un tío malo que viene de entrenar al Mérida. Es la pura realidad. Cuando uno elige este trabajo tiene que saber que es así. En la grada cada domingo hay miles y miles de entrenadores pero la gente sólo ve una parte, el día del partido, no sabe lo que pasa durante la semana. Nunca sabrán si el entrenador se ha enfadado con el jugador por que ha trabajado por debajo de lo exigido, o porque ha llegado tarde al entrenamiento, o porque ha faltado el respeto a otro compañero. Es la vida del entrenador. Al final es lo que tú dejas atrás, y yo al menos estoy feliz con esa parte. Hablo con la gran mayoría de jugadores que tuve en el Marbella e incluso hay aficionados del Mérida que me dieron la enhorabuena por la clasificación del Badajoz en los playoff.
De tu época de jugador, con la selección te enfrentaste a España en la Copa del Mundo del 2006…¿Qué recuerdos tienes de aquel día?
Fue una experiencia amarga, salía de una rotura de ligamentos cruzado y me había perdido la temporada entera en Inglaterra, un año en blanco desesperado por poder jugar el Mundial. Apuré los tiempos y llegué pero no en las mejores condiciones físicas. Me hubiera gustado estar a mi mejor nivel, pero no pudo ser. Contra España fue mi primer partido entero después de ocho meses…!España¡ es decir el balón no lo ves nunca…[Ríe]…tenía calambres al descanso. Fuimos por delante en el marcador durante setenta minutos pero nos desgastaron…entró Raúl e hizo dos goles.
La afición ha ido de menos a más, igual que el equipo. La gente responde, es cariñosa, lo viven mucho pero al final son muy fieles
Cuando sales cada domingo al campo pisas el césped, pero tu área de movilidad se ha quedado muy pequeñita, fuera de las líneas de juego…¿Qué se siente, que añoras de tu etapa como jugador?
Esta área es horrorosa, es como estar metido en una jaula. Antes salías al campo pensado en estar lo mejor posible, sólo me fijaba en mí, en mi dieta, en mi descanso para poder pisar el césped y rendir al máximo, como entrenador, tengo a veinticinco tipos que gestionar, veinticinco egos como yo lo tuve en mi etapa de jugador. Ahora mido muchos más parámetros, como porqué levanta los brazos aquel, o porque camina en vez de correr, o porque no anima desde el banquillo a quién mando a calentar. Súmale los aspectos tácticos, el equipo adelantado, las líneas muy juntas…menos mal que tengo asistentes que hacen una labor increíble para centrarme en el partido. Pero aun así existen muchos parámetros que controlar, el árbitro, el linier, el calor, el utillero, el banquillo, todo a la vez, pero ser entrenador es así, como una familia, con cosas buenas y menos buenas…[Ríe].
Es fútbol es la vida. Y ahora mismo que estamos jugando los playoff de ascenso soy Brad Pitt, rubio con los ojos azules, pero si perdemos soy un tío malo que viene de entrenar al Mérida
¿Qué te quedas de esos que se sientan en las butacas cada domingo?
Muy buenas sensaciones. Han ido de menos a más, igual que el equipo. La gente responde, es cariñosa, lo viven mucho pero al final son muy fieles, mueve a cuatro mil fijos que sufren a las buenas y a las malas, más los que quieren experimentar esta pasión.