Paco no sabe cantar, no tiene ni puñetera idea de tararear, no entona, no recita, no llora, no mama, no escupe, repito, no sabe cantar. Paco Contreras Molina es el Niño de Elche. El Niño si sabe hacer todo lo anterior, cantar, entonar, recitar, gimotear, chupar, escupir y casi siempre sabe tararear. Al Niño de Elche nadie le conoce, ni su psiquiatra, ni la alcachofa de la ducha, ni su taza de café, ni sus pestañas, nadie sabe nada de él, nadie le ha descubierto, todavía, nadie le conoce, y lo más importante: nada entra en su cuerpo, todo lo cruza.
Al Niño de Elche le conocemos en Madrid, la tierra que se le puso mansa, la ciudad que le deja caer rodando desde cualquier punto y llegar al lugar de la entrevista, siempre, desde cualquier sitio, como un pinball, Gran Vía y el bonus extra es el Círculo de Bellas Artes. Pero es Paco el que se pierde, y ascensor arriba y seguridad tocando los cojones abajo, nos perdemos con él. La terraza muy bonita, hermosa vistas y señoras enlacadas piden paso para su dry Martini. Cedemos el sitio y descubrimos que El niño de Elche espera en la terraza, pero en la principal, a ras de asfalto con vistas al Edificio Metropolis, el edificio que no inspiró a Fritz Lang pero dio para un programa cultural en la 2 de Televisión Española, el más longevo en vida, la carpa audiovisual más escurridiza de la tele.
Niño de Elche está en el escaparate de la cafetería, con café a precio de coltán, con té cotizando en Wall Street y sentado en el butacón de Emmanuelle, olvidando la enea de los patios de los cabales y recuperando la paja dura y sucia del aire alquitranado de la capital. Paco se queda por ahí, flotando, pensando en su vuelo a París para sus actuaciones de la Villette, o pensando en una canción para los obreros de la Seat con los integrantes de Los Planetas en la Sala Riviera, por ejemplo.
Un rato con el Niño de Elche da para ver que Barcelona es el novio de la muerte, que Antonio Escohotado exhala verdades como humo y Santiago Carrillo tenía cositas de comunista, no muchas. Conversar con Paco Contreras se convierte en un desglose de Val del Omar y su Auto sacramental del Reina Sofía, un drogodependiente de la lectura, un maldito heterodoxo con pinta de ortodoxo.
Seguimos en el escaparate de antes, la terraza donde años atrás una señal con aires de far west, indicaba como destino Extremadura y Portugal, años atrás, cuando a la gente le dio por buscar algo de prosperidad en barrios que eran maquetas a lo grande de sus pueblos. Siegas por talleres mecánicos, arados por lamentos y siembras por limpiezas de casas de gente próspera.
Allí surgen de inmediato sirenas, frenazos, atropellos y gritos, un augurio de la pandemia social, seguimos formando parte del cuadro eterno, infinito, silencioso y humilde de Antonio López. El artista desde la azotea limpia los pinceles con trementina, aquí abajo, a ras de del circuito urbano, Paco o el Niño de Elche, limpia la cultura a base de sublimes brochazos de charla y pastitas con precio de hipoteca subprime.
Luego me fui al trueno, y el mundo volvió a ensancharse de sabiduría complementaria, de relación entre culturas, de humanismo más o menos simbólico, de música siempre… Diccionario de música, mitología, magia y religión de Ramón Andrés
Proyecto discográfico. Fuerza Nueva. Pero es difícil de encajarte con los términos clásicos de producción, discos y demás…
Sí, mi carrera no es tanto lineal, la carrera de los músicos se mide mucho por los discos. Para mí un disco pertenece a ese diríamos enjambre de lo que se supone que es un artista indisciplinar, como diría Pedro G. Romero, no multidisciplinar. No me considero un cantante en el sentido absoluto, me considero un músico, pero también escribo, hago películas, participo en performance de danza o teatro. Hago diferentes proyectos que hacen que los discos no tengan la estructura clásica por decirlo de alguna manera. El disco es una buena plataforma para complementar los directos, procesos y resultados que viene dados por otros muchísimos proyectos…
…Proyectos que son tu alimento vital como autor…
…se retroalimenta todo, no sé qué proyecto me lleva a uno anterior o el anterior al siguiente, hay realidades paralelas en las que yo voy trabajando y una se entroncan con otras. En algunos discos hay retazos de otros proyectos y en otros proyectos escénicos o instalaciones museísticas se intoxican de otros.
De esta manera no hay quién te etiquete…
Sí, de esta manera uno siente la liberación de irse quitando etiquetas y no tiene que formalizar un proyecto con unos códigos establecidos, eso me creo problemas en el sentido de la industria, problemas muy relativos comparado con personas que cobran el salario mínimo, pero por otro lado hago lo que quiero. A veces chocan las agendas, los programadores dudan, pero mi forma de trabajar es así, como esas compañías de teatro que tiene cuatro o cinco espectáculos a la vez.
No me considero un cantante en el sentido absoluto, me considero un músico, pero también escribo, hago películas, participo en performance de danza o teatro. Hago diferentes proyectos que hacen que los discos no tengan la estructura clásica por decirlo de alguna manera
De padres granadinos, nacido en Elche y otros orígenes dl flamenco en tu vida…
Mi padre es un aficionado al flamenco, canta flamenco y en las fiestas familiares escuchaba flamenco, pero al principio por un tío mío, me aficioné por la guitarra. Empecé tocando y después vino el cante. Mi hermano mayor también estaba muy metido en este mundo, y con la ayuda de mi vecino que vendía cintas de casetes muy baratas empezamos a escuchar a muchos flamencos.
¿Y cómo has ido virando desde la ortodoxia que exhala el flamenco hacía la música que elaboras, produces y generas ahora?
Poco a poco, es un proceso muy lento, algunas influencias vienen por crisis existenciales pero todo el recorrido profesional es un proceso muy paulatino, siempre acompañado por seres que te muestras a otros seres, otros artistas, y esos te van iluminando. Cuando crees que todo está perdido, que ya te has estancado en tu estética, de repente surge un amigo que te da nombres de autores, escritores, músicos, artistas, que te hacen cambiar de paradigma. La micro revolución puede ser constante, nunca sabes cuándo va a venir, ni por donde, llámalo duende, dios o demonio, como quieras, pero el cambio siempre está ahí, y yo siempre he estado abierto a que eso me suceda. Siempre estoy rodeado de gente, me gusta estar con gente, escuchar que cuenta esa gente, porque nunca sabes cuándo puede saltar la liebre. Ahí está el cambio, aquello que te lleva a territorios inesperados e inexplorados.
¿Y no te da vértigo meterte en esos territorios desconocidos?
No tengo ningún reparo en explorarlos, no tengo ningún tipo de problemas en meterme en cualquier proyecto aunque no tenga conocimientos suficientes para ello porque eso me ayuda a aprender y a concentrarme en esas nuevas vías.
Nuevas vías, muy dispares y atractivas, desde actuar en el Sonar hasta tocar con Los planetas, y de actuar en París, colaborar con C. Tangana, a tener una exposición en el Museo Reina Sofía…
Sí, es mi vida, y depende del contexto, de lo que quiera contar, del espacio, siempre todo bajo un prisma que me genere motivación. Me gustan los extraterrestres y los Ovnis pero en el sentido artístico no me gusta serlo…[Ríe]…me gusta serlo en otros territorios.
Extremadura, en el sentido artístico es dura para salirse de la línea marcada, el flamenco es un apartado donde la heterodoxia aún no se concibe. ¿Has vivido la sensación de sentirte como un patito feo en tu trayectoria profesional? ¿Mal visto por la crítica, el público…?
Yo lo he vivido, yo he estado en Extremadura, en las peñas flamencas, lo heterodoxo siempre ha estado mal visto en este país, ya lo escribía Menéndez Pelayo en la Historia de los heterodoxos españoles. Y será una cosa eterna.
Siempre estoy rodeado de gente, me gusta estar con gente, escuchar que cuenta esa gente, porque nunca sabes cuándo puede saltar la liebre. Ahí está el cambio, aquello que te lleva a territorios inesperados e inexplorados.
Retomamos el periplo musical, de un disco con textos de Miguel Hernández a Fuerza Nueva, lo último con el grupo granadino Los planetas…¿Qué ha cambiado?
He cambiado yo. Cambio yo y todo lo que hago cambia, dentro de tres meses puede que no me guste lo que hago ahora, pero en eso consiste. Como el cambiar de opinión, también muy mal visto en España, pero no hablo de un cambio obligado, una exigencia, no se trata de un proceso natural, poros abiertos para seguir evolucionando.
La cultura como arma social, política, como un elemento a reformar cada segundo de nuestras vidas…
Ese es un gran problema, verlo todo como una cuestión de izquierda o derecha, eso no es nada fructífero para la sociedad y para la cultura. Yo he conocido gente de izquierda super conservadora y gente de derecha nada conservadora en lo cultural. Ahí la paradoja es mucho mayor, hacer guerrillas culturales en ese sentido me parece muy superficial, no se remite a la realidad. En ciudades que han cambiado mucho en el sentido político como Barcelona, Madrid, Sevilla, culturalmente no han cambiado tanto. Y para las personas que somos digamos, indefinidas, no ha cambiado nada.
¿Y estás al día de aquello que está pasando?
Me gusta, sigo las cosas, pero me lo tomo como prensa rosa, sólo veo las noticias cuando desayuno. Se tratan las cosas de manera uniforme y con poca profundidad, antes decías buena la tele no da mucha información pero estaba la prensa escrita para suplementarlo, ahora ni eso. Las líneas editoriales se han visto muy intoxicadas por el clima actual, eso nos ha llevado a crear un mundo de titulares.
¿Existe algún plan general de Cultura a corto, medio o largo plazo en España?
No, pero esa esquizofrenia puede ser bueno a veces. En el desastre está la creatividad para muchos de nosotros, ¿Qué sería de nosotros si el mundo fuese perfecto?…[Ríe]…nuestra belleza renace de ahí, tener que contar lo que no está en ningún plan general. Sí existen algunos proyectos que provienen de las instituciones, pero yo me echo a temblar porque ese proyecto cultural tiene que convivir con una idea partidista con una concepción mediática de lo que supone eso. Lo importante es que haya un caldo de cultivo de gestoría cultural, y que a eso se le dé espacio.
Yo he conocido gente de izquierda super conservadora y gente de derecha nada conservadora en lo cultural. Ahí la paradoja es mucho mayor, hacer guerrillas culturales en ese sentido me parece muy superficial, no se remite a la realidad
¿Existe ese germen cultural que pueda tener calado algún día con proyectos emergentes?
Siempre hay gente que está haciendo cosas interesantes, darle espacio a esos proyectos es lo que habría que matizar.
¿Es más potente el Niño de Elche, Paco Contreras en Barcelona que en Badajoz?
Sí, en Barcelona por ejemplo hay muchos más códigos, existen otros formatos, otros festivales, otras conexiones de la que adolece Badajoz por ejemplo. Simplemente tiene otro tejido cultural, ni mejor ni peor, otro. Pero en estas ciudades están más capacitadas económicamente para poder asistir más a un sitio que a otro. Y he estado en Badajoz, no he actuado en mi segunda fase profesional…[Ríe]…he estado con el escultor Isaías Griñolo para recabar documentación para un trabajo de Juan de Ávalos. También mantengo mucha relación con mi amigo poeta Antonio Orihuela.
Hablas de tu segunda vida…¿Has abandonado el flamenco?
[Ríe]…no, el flamenco no se puede abandonar, el dedicarle la vida a ser cantaor de flamenco sí. Pero no sé si lo abandoné o me abandonó él a mí…[Ríe]…
…hoy leía a Ricardo Pachón que decía que el flamenco se muere…
…uhm…creo que se cree que él es el flamenco, por eso dirá eso. Mucha documentación, muchos archivos, pero mucho desconocimiento del flamenco, es la paradoja.
Hablando de paradojas y escuchando el disco de Fuerza Nueva, la primera canción arranca con los reconocibles acordes de Los Planetas y Jota y tú cantando El novio de la muerte…
…Bien bonita, es una canción que no es de los legionarios, es para los legionarios, esa es la gran diferencia. Se trata de un cuplé, de una canción popular que se interpretó por primera vez en 1921. Es la canción más escuchada del disco y la que la gente canta con más fuerza…[Ríe]…es algo popular y aquí es donde la ideología se mezcla. Es una de las pequeños robos de los regímenes, se apropian de material popular. Es una canción pegadiza y fácil de reconocer, y cuando superas el prejuicio y ves la belleza estética de la canción más que su devenir, que no depende en sí de la canción, por su disfrute por el valor artístico.
En el desastre está la creatividad para muchos de nosotros, ¿Qué sería de nosotros si el mundo fuese perfecto?
Cantas, filmas, compones y escribes…tiempo para todo…pero ahora sale In memorian. Posesiones de un exflamenco…¿una biografía necesaria para quemar llagas?
Sí, aunque estaba desganado para escribir sobre flamenco y con muchísimo retraso sale este libro. Años de infancia y juventud vividos de la mano del padre, la madre y los hermanos, entre concursos, peñas, tablaos, andalucinaciones y noches cada vez más largas. Recuerdos que, como posesiones, al poseído, a unos tiempos en los que anhelaba ser un cantaor reconocido, un flamenco puro, alguien que contara con la bendición de sus congéneres. Desnudarse significa quitarse nudos, pero también portar tus vergüenzas al aire.
Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez