El jefe de la editorial rebusca en las casetas de libros, confisca los libros escritos en hebreo, ordena y manda en la Feria. La azafata del stand de información sube el volumen de la música todos los días a las 12 de la mañana. Se disculpa por los fallos técnicos por megafonía 5 minutos después. El tiempo justo para que los libreros escondan las novelas judías entre los tomos de colecciones de historia y maestros de la pintura flamenca. Un señor de negro, mochila en ristre, rescata un talmud y varios libros de poesía sefardí de los puestos. Libros que pasarán la frontera con Portugal, escritos judíos que viajarán hasta su exilio literario con olor a café.
Ésta podía ser la pequeña historia de un Canfranc extremeño particular, a cientos de kilómetros de los verdaderos hechos que ocurrieron en aquella estación internacional de trenes. La atractiva escritora Rosario Raro ha sido la encargada de zigzaguear por las venas del enorme edificio, la responsable de traducir el silencio de las personas que ayudaron a salvar a una enorme cantidad de refugiados judíos perseguidos por los nazis. Rosario Raro se cuela por el elegante y espacioso vestíbulo central, por la billetería, el bar, el hotel, se reclina desde su enorme cúpula y nos abre las 365 ventanas de la estación para desquitarse del fundido a negro de la tragedia. Los ojos de la escritora dejan caer alguna lágrima. Le emociona recordar la frase Volver a Canfranc que dice unos de sus personajes, dieciséis suspiros tras las dieciséis maniáticas correcciones que Rosario Raro realizó antes de entregar definitivamente las galeradas para ser llevada a una imprenta con esencia de cine.
¿Qué ilusión te hace que tu libro tenga tanto éxito de ventas?
Mucha, desde el 7 de abril que se presentó en Canfranc hasta el 7 de mayo que lo hicimos en Madrid se ha sacado tres ediciones. Me hace muy feliz, sobre todo porque cuando yo conocí la historia me conmovió, y pensé que si en mí había tenido ese efecto en el la gente que aún no conocía la historia podía transmitirle esas sensaciones.
“He tardado cuatro años en escribir la novela porque me he detenido mucho en investigar el trabajo de documentación”
El libro empieza con “Fundido en Negro”…muy cinematográfico
Titulé así el primer capítulo porque la idea es que vaya de la oscuridad a la luz. Y lo escribí así con una clara intención cinematográfica, la novela está dividida en escenas, mis amigos guionistas me asesoraron muy bien, porque creo que en este momento las cadenas de televisión están buscando contenido histórico. De la sitcom se está pasando a series con contenido más histórico y personalmente me encantaría ver esta historia llevada a una serie.
Has estado muy lejos de España durante mucho tiempo, ¿Te ha dado esa lejanía la necesidad de refrescar la memoria de este país?
Estoy convencida de que si no hubiera pasado diez años en Lima, yo sería una persona totalmente distinta. La distancia te enseña que hay otras formas de hacer las cosas, cuando vivimos en el mismo lugar nos automatizamos y cuando llegas a sitios como Perú te das cuenta que el realismo mágico es más bien cotidiano… [Ríe]…y me ha hecho reflexionar de otra manera sobre la historia de nuestro país.
Ya de vuelta…a España…a Canfranc…¿Cómo llegaste a desarrollar y a estructurar la novela?
Lo que llamamos escribir para mi es transcribir, es decir, yo escribo mucho mentalmente y el día antes que me pongo con la novela tengo que tener toda la historia complemente en la cabeza y proyectarla como en una pantalla de cine. Durante ese periodo me ayudo de aquello que son anclas para la memoria, esquemas, escaletas y mapas mentales. Necesito hacer ese ejercicio para verla como en secuencias de cine y es como si las trascribiera desde un patio de butacas.
Para escribir una novela ambientada en el año 43 se necesita mucha documentación ¿no?
Mucha, es más, he tardado cuatro años en escribirla porque me he detenido en investigar el trabajo de documentación. He comprobado cada detalle que aparece en el texto, por ejemplo en una escena donde uno de los personajes va a comprar agua del Carmen y tuve que ver la publicidad de esa agua para verificar el dato. Lo mismo me pasó con un anuncio de Martini de esos antiguos de hojalata que estaba en la tienda de ultramarinos para saber si en aquella época se comercializaba ese vermouth en España. Curiosamente tengo un amigo que se han encargado de darle el precio y el valor real de las cosas de aquella época, su equivalencia real. Los grupos de Facebook sobre Canfranc, a los que estoy unida me ayudaron mucho en este aspecto.
¿Te has emocionado escribiendo Volver a Canfranc?
Pues justamente en uno de esos grupos de las redes sociales, pregunté si uno de los restaurantes de la novela estaba abierto durante el 1943, y me respondió diez segundos después un señor, Manuel Benítez Borau, confirmando que estaba abierto desde el 41 por sus padres….ese tipo de situaciones me ha puesto la piel de gallina…es corroborar que la historia está viva.
Creo que pasan algunos protagonistas por tierras extremeñas
Sí, muchos documentos revelan que una gran cantidad de refugiados judíos pasaron por Extremadura para ir a Lisboa y marcharse a otros destinos. Cuando se cerró la vía de escape por Rusia, China hasta Shangai se buscó la salida por Canfranc, una palabra que se escuchaba en media Europa como si fuese una salvación. La gente llegaba allí y cogía el tren de las 6 de la mañana, para poder cruzar la frontera que recorría el trayecto Zaragoza-Madrid -Lisboa…y Extremadura era la última etapa para su esperanza.
Entrevista. Willy López | Fotografías. Félix Méndez