Un milagro, puro milagro. Así nos saludaba el director del Teatro López de Ayala, Miguel Murillo, en los minutos previos de la primera obra del Festival Internacional de Teatro de Badajoz. En breve se subía el telón a un sinfín de dudas Covid y a una amalgama de sensaciones volátiles. Toma de temperatura, espectadores pares e impares y desbroce de butacas con el cincho puesto, en cierta manera, un vacío homenaje a los que ya nunca podrán ir a disfrutar de una obra en el teatro. Nos quedamos con el milagro, con los nervios de sentir teatro durante muchos días. La cultura, milagrosamente alimenta, el alma de unos cuantos forajidos sedientos de arte escénico, y las obras siguen su curso, dando de comer a los desarrapados hambrientos que viven, vivimos, en las chabolas de la cultura, un milagro, al estilo De Sica, un puro milagro a la extremeña, como acertadamente nos decía Murillo.
El festival no conoce de fronteras, es internacional, los vínculos entre las compañías, dramaturgos, actores y autores es constante y vital. El riesgo de presentar una propuesta de marionetas de origen chileno, ruso y belga en Extremadura no es tal. Es un apéndice obligado para seguir creciendo como teatro. En ello estamos. Y con ellos, ella, hablamos. Tita Iacobelli es todo lo anterior. Chaika lo posterior.
La actriz y directora chilena Tita lacobelli y la marionetista Natacha Belova se conocieron en el año 2012, en Santiago de Chile, en el marco del Festival La Rebelión de los Muñecos. En 2015, crearon un laboratorio para investigar en torno al teatro de marionetas contemporáneas en la misma ciudad. Al final de esta experiencia de dos meses, deciden crear un espectáculo juntas. Chaika es el primer espectáculo de la compañía. El proceso de creación duró tres años y cuatro residencias entre Buenos Aires, Santiago de Chile y Bruselas. En esta ocasión tocando suelo español. Iacobelli, nos espera a los pies del escenario, mientras los focos invaden el decorado y el sonido se pone a punto. La cogemos revisando el texto en una mano y con los cabellos oscuros de Salvador, su hijo, en la otra. Dulcemente y con marcado acento chileno, nos saluda, buscamos un espacio abierto y limpio para charlar de todo, menos de teatro por un largo rato. Chejov y su gaviota mediante.
¿Acabas de impartir los talleres que se realizan paralelamente al festival? ¿Cómo ha sido la experiencia?
Ha sido muy buena. Había profesionales y amantes del teatro y de las marionetas y siempre esa mezcla es muy interesante porque en estos talleres uno aprende mucho, de los compañeros siempre se saca algo nuevo. Lo que intenté transmitir en el taller fue pasar y compartir los principios básicos de la animación de marionetas, técnicas simples para poder animar un objeto y que los participantes pudieran ver a través de los ejercicios que hacían sus compañeros, lo expresivo que puede llegar a ser, las lecturas que puede llegar abrir, esto de estar animando una marioneta que es del mismo tamaño que nosotros. Realmente es como un doble de uno mismo…
…ya lo hacían en los Pupi sicicilanos o los Bunraku japoneses, dos en uno, hasta que pierdes la noción de la existencia del animador…
Cierto, son dos personajes, ambos forman del papel, a diferencia de la marioneta de dedo o títeres, es que nos permite hablar de la dualidad, nos hace enfrentarnos ambos a la obra, una especie de espejo que provoca preguntas al espectador. Este tipo de marioneta tiene la capacidad de vincular al espectador con lo que le está pasando, en cierta medida está interpretando a ese personaje, al carecer la marioneta de organicidad y ver reflejados en ellas todo lo que le sucede a diferencia de un actor.
¿Cómo se trabaja con un elemento como la marioneta en el escenario? ¿Cómo se traspasa a la actuación el elemento que hay que animar y como se trabaja la doble presencia, tanto de la marioneta como de la actriz en este caso?
La marioneta, en este caso Chaika, es el personaje principal, entonces yo estoy en un segundo plano, a veces intervengo con ella y tenemos diálogos que me permite manejar los dos planos de la actuación.
Lo expresivo que puede llegar a ser, las lecturas que puede llegar abrir, esto de estar animando una marioneta que es del mismo tamaño que nosotros
¿Cómo llegas al teatro de las marionetas? ¿En qué momento traspasas esa barrera de la actuación clásica?
Fue un poco casual mi llegada a este mundo. Tengo la formación de actriz clásica y mi recorrido no estaba relacionado con las marionetas pero tras la separación de una compañía chilena muy famosa, La tropa, una parte de la compañía liderada por Jaime Lorca empezó a gestar una nueva formación que se dedicó al teatro de objetos y marionetas. Y tras entrar directamente en su primera obra, Gulliver, y manipular las marionetas y controlar las voces, sentí una especie de amor a primera vista. Esta fuerte intuición me llevó a proyectar los que yo quería decir a través de la marioneta y quedarme en un segundo plano. Si te conectas con tu marioneta tan fuertemente tus vísceras están con ella, te permite alcanzar al público de una manera más rápida y puedes contar infinidad de cosas de manera directa.
¿Por qué Chaika, por qué la gaviota de Chejov?
Chaika es el intento heroico y decadente de una vieja actriz por actuar ella sola en la gaviota de Chejov como función de despedida de su carrera. Natacha Belova, la otra parte de la compañía, es rusa, su padre era actor y director de un teatro en Rusia, la dramaturgia y Chejov lo llevan en la sangre. Necesitábamos esta obra. No sabíamos como montarla, sólo teníamos la certeza de que yo iba a representarla con marionetas. Y tras analizar la obra, el tema de la dualidad es muy fuerte, la actriz joven y la actriz vieja, el éxito y el fracaso, y al hablar de teatro, la ficción y la realidad. Es una obra de teatro y de mujeres en el teatro, de la angustia y el placer de hacer teatro, entonces nos identificaba mucho y al tener ese complemento dual, decidimos crear una marioneta de mí pero anciana. Natacha tomó mi rostro, la creadora de la marioneta, y nació Chaika como protagonista total de la obra.
Si te conectas con tu marioneta tan fuertemente tus vísceras están con ella, te permite alcanzar al público de una manera más rápida y puedes contar infinidad de cosas de manera directa
¿Cómo es el público en los países sudamericanos respecto al espectador belga, francés y del norte de Europa?
Como Chaika nació en Chile, y este personaje de la anciana, aun estando en todas las culturas, la mujer vieja, la abuela, la madre, la matriarca, está en la sociedad sudamericana muy arraigada, muy presente. Chaika está chilenizada y el público engancha muy bien, porque conocen a este personaje muy bien. Se identifican muy rápido con la protagonista, hasta ríen con las desgracias que le pasan. En Bélgica la respuesta es más formal, más contenido. Contemplan más, observan sin interrumpir y guardándose en cierta medida hasta las emociones.
¿Cómo está pasando la factura del Covid a tu profesión, al teatro?
Nosotros decidimos venir a Bélgica para establecernos, en Chile la pandemia llegó más tarde y ahora está todo cerrado, empieza a moverse algo con alguna sala de teatro, pero no hay actividad. En algunos festivales los grupos grandes han tenido que suspender por casos de contagio y están disminuyendo el número de actores para evitar los positivos. Nosotros tenemos poco atrezzo y nos permite movernos de un sitio a otro con un par de maletas, es un teatro que no requiere tanto equipo y eso ayuda para seguir trabajando en nuestra profesión. Acá somos poquitos.
Willy López | Fotografía. Chaika / Compañía Bellova-Altobelli