En el escenario del Teatro una mesa de oficina y dos sillas, sobre la mesa, dos tazas, un teléfono y un historial delictivo, sobre el historial de la reclusa una obra dura, áspera y vertiginosa de David Mamet.
Magüi Mira (Premio Ceres 2014 a mejor directora por su adaptación de Khatie y el hipopótamo y el Estanque dorado) llega la primera, me pide maquillarse un poco antes de la entrevista, Ana Wagener llega con una sonrisa de oreja a oreja, sube por las escalinatas provisionales que unen el patio de butacas con el palco escénico. Ambas se encuentran en los camerinos, en la trastienda del mercado teatral donde los besos y las voces de las dos actrices se venden como delicatesen.
Yo las espero en el silencio, entre las sombras de la tramoya, con cara de regidor y espectador de excepción. Magüi y Ana vienen hablando de sus recientes trabajos, de sus nuevos peinados, del calor que hace en Badajoz, de lo maravilloso del enclave de este teatro. Yo las espero con una silla más que añadir a la obra, la de improvisado Cicerone de la ciudad, ellas se acomodan en el decorado, en sus sillas, pero se cambian los sitios, los roles, y se plantean el cambiar de papel en alguna furtiva función.
Nos gusta ensayar antes de cada obra, recordarla, añadir matices y afianzar los personajes de La Anarquista, me comenta Ana mientras da un largo sorbo a su termo de café, Magüi bebe agua del tiempo, yo coloco mis achiperres junto al atrezzo de la mesa.
Magüi, Ana, si hoy tengo que explicarle la función de este teatro ¿cómo podría resumirla?
Ana– Es un pulso de dos mujeres por conseguir lo que cada una cree que es justo para cada una de ellas…durante ese tiempo suceden cosas que les obligan a cambiar de rumbo o por lo menos reflexionar…
Magüi – …esta obra es un viaje fascinante porque están las dos al límite y todo lo que ocurre en ese viaje es algo que ninguna de las dos espera, ni sospecha que va a pasar…es un debate de ideas entre ambas, pero que no sólo eso ni muchísimo menos, hay también una gran tensión emocional, son mujeres que dependen mucho una de la otra, incluida la sexual.
“Lo bonito de esta función es que Mamet hace activo al espectador, que hace que una vez finalizada la función, el público siga dándole vueltas al coco.”
José Pascual, director de la obra en España y creador de la versión de Mamet, define la obra como un duelo dialéctico entre una personaje atrapado en una cárcel física y otra atrapada en su cárcel mental…¿Quién está más encerrada de las dos?
Ana – Esa es la pregunta que tiene que hacerse el público, son ellos los que tienen que llegar a una conclusión…ni Ann, mi personaje, ni el de Cathy que interpreta Magüi, se encuentran en libertad. Cathy es una presa física aunque mantiene su idilio con su libre actividad del pasado que la lleva a la cárcel, Ann no quiere reconocer su prisión, y evidentemente para mi es mucho más dramática la prisión de Ann que la de Cathy
Magüi – …como espectadora, para mí también, porque Cathy si se puede liberar, Ann está presa con rejas físicas, impuesta por la ley, mientras que Cathy está impuesta por los prejuicios y la presión de una sociedad tan disparatada como la que vivimos hoy.
Ante dos preguntas sobre la importancia del padre enfermo en vísperas de su muerte y motivo de su permiso de salida y el tipo de condena de la rea, ambas actrices se muestran elocuentes y dejan para el espectador la conjetura final de la trama
Ana – Lo bonito de esta función es que Mamet hace activo al espectador, que hace cambiar de parecer constantemente, que hace que una vez finalizada la función el público siga dándole vueltas al coco.
Magüi – El dramaturgo norteamericano destripa una serie de temas actuales pero no sentencia…la reinserción, ¿pena y arrepentimiento?
En una obra de Mamet, sublime, en Glengarry Glen Ross, los personajes hablan y hablan y hablan hasta confundir con la dialéctica al espectador, y provocar giros inesperados en una oficina de corredores de apartamentos… ¿Tiene mucho de este estilo la obra de La Anarquista?
Magüi– En nuestro caso los personajes están muy definidos, definidísimos, y está dado por el trabajo de las actrices, Ana Wagener está tremenda, asume el rol y absorbe el escenario con su funcionaria de prisiones
Ana – Los diez primeros minutos de esta función solamente la partitura que ella utiliza para expresarse ya define a los personajes…aunque es cierto que David Mamet es el rey del subtexto.
¿Os lleváis a Cathy y Ann a la cama o se quedan dormitando en el escenario hasta nueva función?
Ana – Cuando sales de una función terminas con una adrenalina muy especial…y en contadas ocasiones te llevas reflexiones de los personajes, te dejan muescas en la vida, pero sinceramente yo desconecto y no afecta.
Magüi – Nosotras al contrario, es decir nos ponemos el personaje dos horas antes, para trabajarlos, calentarnos, e ir haciendo músculo emocional, pero después no nos llevamos el personaje a casa.
Cómo os preparáis antes de salir…un ritual…
Magüi – Entrenamos, la maestra, la coach es Ana…sin ella ya no sería capaz de hacer otra función. Ríen
Ana – Sonríe…nos ayudamos, nos cumplimentamos mucho…y creo que la función está viva porque la hacemos revivir nosotras
Magüi – Prepararte la obra con tu compañera no tiene color…
“Con un público y unos programadores como los de Badajoz, que apuestan por el arte. ¡A mí me da un enorme subidón!”
Esta obra no tuvo demasiado éxito en los Estados Unidos. La función se estrenó en Madrid y Nueva York el mismo día. En Broadway ha sido un pinchazo enorme. Machacada por buena parte de la crítica, saltó de cartel con tan solo 17 representaciones (y 23 previas). Entre las razones de la caída de La anarquista cabría apuntar la elección del Golden Theatre, una sala de 800 butacas, y el estratosférico precio de las entradas (130 dólares), imagino que así establecido para pagar los salarios de las dos estrellas, Patti Lupone y Debra Winger…¿A qué se debe la diferente, la buena acogida en los teatros españoles de esta obra?…¿quizás vuestro salario?
Magüi – Nada, nada, ese el precio del teatro allí, yo estuve allí, la dirigió el mismo autor Mamet, y éste fue el error. Escribió un texto mucho más valiente, transgresor y sorprendente que luego su dirección, restándose a él mismo…mi teoría es que los productores se acobardaron…texto más light para ser políticamente correcta. Antes de comenzar la obra, en el inicio y esto se estila mucho en Nueva York, el público enloquecido aplaudió a rabiar a las dos maravillosas actrices, Patti Lupone y Debra Winger, al finalizar sólo hubo tímidas palmas, lentas y secas
Si es verdad que la gira que hemos hecho nosotros con una obra contracorriente, con un teatro de ideas nada usual nos permite pensar que esta obra interesa, con un público y unos programadores como los de Badajoz, que apuestan por el arte. ¡A mí me da un enorme subidón!
Ana, durante la obra de La Anarquista destacas una frase: “cuanto más vives, más ves cómo cambian las cosas y te devuelven al principio…” ¿Puede definirse de esta manera la obra de Mamet…o sólo atañe al teatro en general?
Ana – Yo creo que no, extrapolada la frase puede resultar un eslogan de la obra, pero esta función tiene mucho más contenido
Magüi Mira termina la entrevista respondiendo esta última pregunta con el dialogo de La Anarquista
Magüi – ¿Y las personas no podemos cambiar? Yo aún tengo que verlo ¿Te lo puedes imaginar?…Puedo
Con este I can, sacado del bestiario personal de Mamet, las dos actrices se preparan para el ensayo, queda poco más de una hora para que comience la función, y Ana le da otro largo sorbo al café como un inspector de cine negro se tratase y Magüi se revuelve los pelos canos y se resguarda en su chal oscuro como Norma Desmond, el personaje de Sunset Bolulevard, esperando que el escenario pacense del Teatro López de Ayala temple las voces de estas apabullantes actrices.
Redactor: Willy López | Fotografía: Willy López