El cacereño David Conde nos transmitía, tras conocer que le habían concedido el Premio de Investigación Cultural Arturo Barea de la Diputación de Badajoz, la enorme satisfacción de conseguir un premio de esta importancia, y sobre todo el placer de dar a conocer un trabajo donde se refleja la crudeza padecida en años de posguerra en la región. Una realidad que hay que recordar, matizaba.
David Conde Caballero es cacereño, de formación en enfermería y estudios posteriores de antropología. El trabajo por el que ha logrado el galardón, dotado con ocho mil euros y la publicación de la obra, pertenece a su tesis doctoral defendida en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Ahora mismo la satisfacción es en muchos ámbitos. No puedo negar que es personal y profesional. El premio Arturo Barea es una institución y desde luego cualquier investigador opta a ganar en su vida un premio de este calibre. Pero, sin embargo, mi mayor satisfacción es ahora mismo por la posibilidad de poner sobre la mesa unos tiempos tan duros. Tiempos que se escapan, porque quedan pocas oportunidades para rescatar la memoria de quienes lo vivieron. Siento satisfacción también por poder devolver aunque sea una pequeña parte del inmenso valor que tiene los testimonios que me dieron mis informantes, muchos de ellos ya fallecidos. Y siento satisfacción también por mis abuelos, quienes me contaron como lograr salir adelante a pesar de las carencias.
El jurado del Premio “Arturo Barea” 2019, reunido en la biblioteca Felipe Trigo de la Diputación de Badajoz, ha otorgado el galardón de la convocatoria al trabajo presentado por David Conde Caballero sobre el hambre en Extremadura en los años de la posguerra bajo el título “Hambre. Una etnografía de la escasez de postguerra en Extremadura”. El historiador y miembro del jurado Enrique Moradiellos ha sido el encargado de anunciar el título y autor de la obra ganadora. Moradiellos ha explicado que la obra ganadora aborda un tema capital, “una seña de identidad de aquella posguerra, sobre todo en los años 1939-40 que fueron durísimos, con una amplia base documental, con entrevistas a testigos que sufrieron aquella hambruna y con un contexto bibliográfico y documental que permite recrear la panorámica de lo que fueron los años del hambre en esta tierra”.
En virtud de esos méritos, añade Moradiellos, “del buen hacer y la solvencia de las fuentes, de la calidez y de la entidad de esos testimonios, el jurado ha creído que es el mejor de los trabajos presentados a esta convocatoria”.
A esta edición han concurrido nueve trabajos de temáticas muy diversas, la mayoría de ellos “encajando perfectamente en el perfil del premio, investigación cultural sobre la España del siglo XIX y XX, tanto de temáticas regionales como de ámbito nacional”, destaca el historiador. El jurado ha estado compuesto por Francisco Martos, diputado provincial de Cultura; Francisco Muñoz, miembro emérito; Margarita Suárez, técnico superior de Secretaría General de la Diputación; Ángel Díaz Mancha, interventor de la institución provincial; Emilia Parejo, directora del Área de Cultura y Deportes; Manuel Candalija, jefe del Servicio de Actividades Culturales, Deportivas y Juveniles; Candela Chaves, historiadora; Enrique Moradiellos, historiador; José Mª Lama, historiador; Miguel Ángel Melón, historiador; e Isabel Pérez González, profesora.
Emilia Parejo, directora del Área de Cultura, ha anunciado que el jurado ha decidido conceder una mención honorífica a la obra “El paisaje invisible. La poesía de Antonio Méndez Rubio” de Jorge Fernández Gonzalo, recomendando su publicación. Parejo ha querido poner de manifiesto la calidad de los trabajos presentados. La Diputación de Badajoz convocó en 2001 el Premio de Investigación “Arturo Barea”destinado al estudio de los siglos XIX y XX relacionados con la historia de Extremadura, si bien en la edición de 2012 se introdujo una novedad, la ampliación de los trabajos no sólo sobre Extremadura sino ampliado a todo el territorio nacional.
Su trayectoria ha sido fecunda y ha permitido publicar interesantes trabajos de investigación, como “Las anudadas raíces de Arturo Barea” (2001), de Gregorio Torres Nebrera; “La amargura de la memoria. República y Guerra en Zafra, 1931-1936” (2003), de José Mª Lama; “Vida y obra del badajocense transterrado. Pedro Carrasco Garrorena” (2007), de José Manuel Cobos; “Historia y memoria oral: guerra y represión en Llerena” (2009), de Ángel Olmedo; “Clío y las aulas. Ensayo sobre la educación y la historia” (2012), de Enrique Moradiellos; “Un siglo de historia de la Guardia Civil en Extremadura” (2016), de F.J. García Carrero; “Por la tierra y el trabajo. La conflictividad campesina en la provincia de Badajoz durante la II República” (2017), de Hortensia Méndez; o “La leyenda de las Hurdes” (2018), de Juan David Matías Marcos.
Los objetivos principales del premio se basan en la contribución al conocimiento de la realidad regional más reciente y en realzar la figura del novelista pacense Arturo Barea, escritor que vivió los avatares de la II República, la Guerra Civil y el exilio, siendo el autor de la trilogía “La forja de un rebelde”. Este galardón trata de apoyar la investigación cultural que se realiza desde o sobre Extremadura y, en concreto, sobre el conjunto de la contemporaneidad española.
Fotos David Conde / Eugene Smith. Spanish Village, «Deleitosa» / Santi Rodríguez.