A la misma vez, en el momento justo de darle a grabar, suena el teléfono, el repartidor tiene un paquete que dejar en la oficina, un libro de una editorial…Jabois de un tal Mirafiori. En ese preciso instante, en el que el repartidor dice su nombre como si fuera el título, el escritor lucha titánicamente con una camisa de doble puño con gemelos entrenados por Urtain. Concupiscente, el camarero apoya dos cañas y dos bocadillos rellenos de prueba de chorizo. Persignadas las coordenadas de la entrevista, el recién proclamado Manuel Mirafiori, deja de ser Tamburino, para desvirgar con su prosa, por primera vez Extremadura.
En cada mesa, un Vietnam, un volumen sobre el oficio del periodismo editado por Enric González, y ahí Manuel Jabois le escribe a su borrachera de adjetivos, a la columna por degeneración. Es ahí donde lamenta su tardanza en la entrega, en el onanismo de dejar de hablar de uno mismo, de la maravilla de columna de David Gistau, que transcribe con una humildad a modo de homenaje. Ahí Gistau escribe del estanco de Smoke, donde William Hurt pasaba horas con Harvey Keitel, ahí donde el relato de Paul Auster engulle otro relato, que da pasa al relato del columnista, donde perjura no caer en hacer grises a los hijos y recordar con esa columna terapéutica una crecida barba como pastilla antiácida. Ahí es donde Jabois, acompañado por una maravillosa ilustración de Riki Blanco, donde un barco rompehielos se abre camino entre las placas heladas dejando un islote gélido con palmera incluida, es ahí, repito, donde Jabois se empeña en dudar siempre de lo que escribe y querer cambiarlo al día siguiente.
Este no es el caso. De sus tres novelas, pocas palabras puede cambiar, de su última, sólo borrar fantasmas. Mirafiori, Wembley, y nada más.
Nos apuntamos al carro de la pregunta maniquea, esa del punto autobiográfico de Mirafiori, más allá de concatenar trilogías o historias de etapas vitales del autor, quizá sea tu novela más punzante personalmente…
…no tiene nada de autobiográfico en absoluto, sí que tienen puntos en común en el que pueden volcarse emociones más personales, como pueden ser las emociones de la ruptura de alguna relación, emociones bastantes universales. Lo seguro del desamor es que es algo único, todos creemos que no les está pasando a los demás, que esa sensación es única y que no sucede con los demás, y eso sí que lo utilice para escribir. Una pareja que se conoce en un instituto, que se enamora perdidamente, donde el secreto de ver fantasmas desde niñas y su negación la sitúan en una vida más allá de la terrenal, aunque tenga que convivir con ello y los que la rodean.
Escribes que querer a la gente es mirarla mucho hasta no saber si es guapa o fea, y que no te importe lo más mínimo. Y le dejo caer si quiere de la misma manera sus novelas…
…(da un sorbo a la cerveza, sonríe y esboza la duda atusándose el pelo)…trato de quererlas sean como sean…(la sonrisa pasa a risa)
…cansado del mismo carrusel de preguntas…
…Estoy encantado de que me pregunten por mi última publicación, antes no me preguntaban nada, sólo me faltaría que me quejase. Si yo hubiese leído todos los libros de la gente que he entrevistado sería cultísimo.
Pues te hago una obligada en esta tierra, ¿Cómo has venido a tiempo a Badajoz?
Ya sabes que Galicia y Extremadura compartimos cierta carencia por las comunicaciones ferroviarias, y sobre todo por las malas conexiones ferroviarias.
Existe rencor, quizá envidia, puede que apoplejía cultural dentro de nuestra generación, y detractores profesionales, pseudopoetas de Instagram o Mileis con caretas del Che tiene la obligación de enturbiar el proceso natural de un autor como Jabois. En esa misión, la pelota de tenis toca la red y cruza del otro lado, la suerte, la calidad y la originalidad hace de autores como el gallego, una oportunidad de reconciliarse con la vida.
Los usuarios de Google se hacen estas preguntas cuando buscan en internet sobre ti ¿Quién es la pareja de Jabois? ¿Dónde escribe Jabois? ¿Dónde vive Jabois? Y ¿Cómo se pronuncia Jabois en español? Somos curiosos a nuestra manera…
…A mí me gusta ser curioso, nuestro oficio está muy ligado a la curiosidad y yo detecto en mi generación como una anterior falta de curiosidad por las cosas que no entienden. Me encantó una entrevista que le hice a Jorge Drexler hace algo más de un año, en el que contaba justamente eso; que a todo aquello que no entiende se acerca con fricción para intentar entenderlo, ponía como ejemplo cuando explotó el reggaeton y se fue a la cuna del mismo para intentar entenderlo y pillar algo de su esencia. Cuando algo le gusta mucho a la gente yo siempre, en lugar de ignorarlo, de despreciarlo, de insultarlo, cuando algo que a mí me parece muy mediocre, intento averiguar por qué le gusta a la gente.
Hay una historia muy bonita que cuenta David Trueba de que en casa de Fernando Fernán Gómez alguien para hacerle la pelota al actor-actor-dramaturgo-escritor…a esta figura capital de la cultura española, decía que qué vergüenza con toda la cultura que tenemos aquí, Lorca, Buñuel, tú Fernando…nuestra embajadora sea la canción de la Macarena, y empezó a recitarla verso a verso haciéndose preguntas de porqué Macarena, Macarena , Macarena, los veranos de Marbella…si das con la membrana con lo que ha pegado en tanta gente, igual tú lo puedes incorporar a tu universo profesional.
No tiene nada de autobiográfico en absoluto, sí que tienen puntos en común en el que pueden volcarse emociones más personales, como pueden ser las emociones de la ruptura de alguna relación, emociones bastantes universales.
Compartimos generación, pero creo que estamos en sintonía con lo pasado o lo bueno que esté por llegar, o al menos nuestro trabajo es investigarlo y analizarlo, en el cine, la música, arte y literatura sucede, me veo obligado a preguntártelo… ¿Tiempos pasados fueron mejores?
Es algo habitual, sobre todo entre gente mayor, que creen que el pasado siempre fue el mejor, lo que era mejor, lo que eran mejores eran ellos, probamente eran más frescos intelectualmente, y desde luego con una frescura que no tienen ahora, y sí, puede haber pequeñas cosas que han empeorado, pero se tiende a exagerar. Cada generación acarrea su propio apocalipsis, el fin del mundo siempre se acaba con ellos, y justo les tocó vivir la mejor época, y esto ocurre generación tras generación, y es mentira. Desde luego el mundo siempre es un poquito mejor que el de antes, con sus altibajos, con sus momentos valle, con sus lapsus, con sus recesos…echo de menos no volver a tener cuarenta años.
Manuel, medios de comunicación, trabajas en ello, vives con ello… ¿rutina, inspiración, ambos elementos?
Yo trabajo mucho con mecánica, con rutina, no dependo tanto de la inspiración, por la noche en la Cadena SER con Aimar Bretos, invierto trescientas palabras y para ello todos los días tengo la cabeza lista para ello, para discurrir sobre algún tema. Cuando yo escribía en El Mundo hacía una columna diaria, ahora en El País tengo dos semanales y me cuesta mucho más, se trata de entrenar, tener la muñeca caliente, como me pasa con la radio, los temas salen solos, trabajados, pero de manera menos sofisticada. Es verdad que haces más cosas, más entrevistas, reportajes y demás. Es un aprendizaje constante, se aprende todos los días, esta profesión y ya lo sabéis aunque cueste tirar para adelante, es muy estimulante, muy excitante.
Contaminación social, polarización y miedos, terror a escribir sin caer en la crítica banal, sin saber catalogar la epidermis de la piel fina del odiador profesional…
Quizá hace años nos contestaban menos, había menos manera de insultar libremente. La piel no es que esté más fina, siempre la han tenido, lo que tienen ahora es un altavoz por el que poder expresar su umbral de finura. Medir la piel de tus oyentes o lectores antes de acabar de hablar o escribir estás muerto. Es el director del medio quien debe saber de pieles, aunque ahí no hay ningún problema, tienen la capacidad de entender todas las opiniones de sus trabajadores, por muy diversas que sean. Un cómico no puede llegar a un teatro y empezar a quitar chistes en base al umbral del humor de sus espectadores. Las personas inteligentes saben que estás haciendo comedia. En el plano periodístico o en la literatura, debe ser igual…
…y las redes sociales…
Hace tiempo que no entro, hace meses que no lo veo, desde la publicación de Mirafiori y la presentación de la serie de uno de mis libros, Nos vemos en esta vida o en la otra. Ya no cuelgo nada, la propia repercusión de los artículos ya no te compensa, ya todo vale; un titular ofensivo y a clicar para hacer audiencia. Hay que ser muy agresivo y no todo vale, sobre todo con la desinformación. No tengo nada en contra de las redes, creo que bien utilizadas funcionan.
Pero tú solo te lo buscas…escribir el himno del Real Madrid…estás expuesto a toda tipa de crítica…
Sí, al final del partido contra el Bayer de Munich había alguno que me comentaba que no le gustaba…ahora llamo para que lo paren y no suene…
Me has comentado sobre la emisión de la serie Nos vemos en otra vida, allí muchos descubrimos a través de la entrevista a Gabriel Montoya Vidal, «Baby», lo interesante que puede ser mostrar la arista más hostil, desde el otro ángulo, y encima hacerlo visual y humano…
…estuve con ellos en parte del proceso, cada cierto tiempo con los Cabezudo, pero no he estado en el organigrama, en el guión, han cogido el libro y han hecho un trabajo, como siempre hacen estos hermanos, con él. Tuve mucha suerte, lo mismo que la adaptación a la novela gráfica de Malaherba de Bartolomé Seguí, es cojonuda, como lo ha sido la adaptación, siempre tan difícil, de una obra literaria teniendo que podar y restructurar visualmente una historia tan dura como el 11-M de Nos vemos en otra vida.
Es un aprendizaje constante, se aprende todos los días, esta profesión y ya lo sabéis aunque cueste tirar para adelante, es muy estimulante, muy excitante.
Nos vemos en esta vida o en la otra con Jabois y como canta Nacho Vegas que en la feria ya es hora de cerrar, tus caballos dejan de girar, puedes recoger tu amor hasta mañana, pero un hombre de gris aún sigue allí, tiene algo y quiere algo de ti. Que te vaya bien, Miss Carrusel. Aquí ya no pinto nada. Es la banda sonora de Manuel Jabois, aunque él no lo sepa.