Un corazón que está tan lleno como un vertedero. Un trabajo que lentamente te mata, heridas que no sanarán. Así arranca la canción de Radiohead. En inglés claro, y con Thom Yorke, el cantante del grupo, intentando ahogarse en una urna de cristal mientras acierta a seguir la letra. Ahora toca apnea musical en el Teatro Romano de Mérida. Con otro acorde, otro arreglo, una joya sinfónica que el maestro Padilla ha macerado entre violines, violas, violones y guitarras flamencas. No surprises se convierte en una brutal sorpresa que descarna la piel a jirones con una orquesta, la de Extremadura en este caso, florando entre las partituras de algo mágico con forma de música.
Desde Bach hasta Radiohead pasando por Iron Maiden, la tarantella napolitana de Rossini y la hyperbalada de Björk. De actuar para dos centenares de personas en un pabellón con capacidad para siete mil personas a actuar cerca de los dioses romanos. Le recordamos a Michael Thomas, director y violín solista, José Manuel Zapata, tenor, Rubén Rubio, guitarra y viola de gamba y a Juan Francisco Padilla, guitarra y arreglos musicales que Apolo anda muy atento entre las columnas del teatro. Nunca falla a una cita musical de este calibre. Padilla nos dice con los ojos emocionados que probablemente van a tocar en uno de los sitios más bonitos de sus vidas, “sólo pienso en disfrutarlo, sólo pienso en que nada estropee ese momento, al final sólo queda el recuerdo”. “Tocar en un sitio con tanta historia es maravilloso” retoma Zapata, a quien su profesión como tenor y con la ópera a cuestas le ha llevado a lugares particulares, difíciles y después a espacios únicos como el teatro romano de Mérida. “El Sferisterio de Macerata tiene ese encanto que se asemeja a esta joya de Extremadura”
Te ves tan cansado e infeliz. Derroca al gobierno, ellos no hablan por nosotros. La canción sigue y Zapata ensaya antes de la entrevista, aprovecha que los músicos de la Orquesta hacen una parada para descansar. Fuera del Palacio hay músicos de la Orquesta de Extremadura y paisanos de la generación del 80 chutándose una vacuna contra el maldito COVID. Este es mi último espasmo, mi último dolor de estómago.
“Es una oportunidad de decir bien claro que la música es la música, que todo es música, que la gente va a escuchar música pura, y esa sensación es la que trasladamos al público, al que hacemos partícipe desde la primera nota de Bach”. Así nos define Michel Thomas el proyecto From Bach to Radiohead. Padilla aclara que tiene dudas acerca de definir este proyecto como un concierto para acercar la música a la gente, pero tiene claro una cosa “Como decía una vez Goyo Jiménez, le damos liebre por gato, es decir, el público que está ahí tiene que escuchar una pieza de Michael Thomas, Harold in Islington, o una pieza de diez minutos de Arvo Pärt, piezas que jamás escucharían si no vienen a este concierto, y entre medias No Surprises de Radiohead, un tema que un público de sinfónico no se esperaría nunca ”
Los cuatro artistas hablan de apropiarse de la música, de las canciones de un grupo de rock, de sentir que estuvieron escritas para la orquesta. Una oportunidad a autores contemporáneos, que hacen música contemporánea de la buena, a que sean interpretados por el mejor instrumento del mundo, la orquesta, detalla José Manuel Zapata.
Llevaré una vida tranquila. Un apretón de manos de monóxido de carbono. Sigue la canción, se ha quedado incrustada en el techo del Palacio, entre las butacas y los pasillos que circundan el edificio. La magia de llevar la música al público joven. El arreglista Juan Francisco Padilla lo tiene claro; “Se dice continuamente que cada vez hay menos público, menos gente joven que escucha clásica, quizá aprovechando esta veta de hacer nuestras las músicas actuales, podamos aprovechar el potencial que tiene para este sector de la población.”
Existe la creencia de infravalorar el trabajo de descomponer un tema de rock y llevarlo a un concierto de orquesta sinfónica. Michael Thomas sólo tiene halagos para los arreglos de Padilla y Rubén Rubio lo aclara. “Hay que matizar una cosa y que creo que le da relevancia a este proyecto, somos melómanos, de música clásica y de música que no lo es, el motor que nos empuja realmente a realizar este proyecto. Esos arreglos necesitan un conocimiento amplio de la música original, sentirla con emoción, la clásica y la moderna. Esa dificultad se suple con la pasión”.
La conexión para tocar ciertos temas con las orquestas que trabajan en From Bach to Radiohead se antoja complicado. Los primeros minutos, a la media hora, durante el ensayo parece que han hecho la gira desde hace lustros. Hay risas, alguno silba cómicamente, se miran entre sí, y al final el maestro, el director Michael Thomas, nos comenta que para algunos músicos es un choque con su día a día, un trabajo con una música concreta, pero tras ese primer contacto con el proyecto, todos terminan 100% tocando de lujo. “La Orquesta de Extremadura desde el primer momento se ha metido en el repertorio”. “Hay bastantes prejuicios en esta sociedad, estamos llenos de prejuicios, pasar de Mahler, Chopin, Shostakóvich o Beethoven a Radiohead es complicado, pero al final estos prejuicios se vencen con calidad y talento” matiza Zapata.
Todo preparado, los instrumentos descansan afinados para repartir Bach y Radiohead sin sorpresas, sin alarmas, para tocar y rozar el alma de esas canciones, una orquesta, los dioses y diosas empadronadas en nuestra región y un público sin prejuicios… Sin alarmas y sin sorpresas, sin alarmas y sin sorpresas, sin alarmas y sin sorpresas, por favor.
Willy López | Fotografía. Félix Méndez