“A menudo me he preguntado si la vida no sería mucho más divertida si todos estuviesemos en ella sin ideas preconcebidas acerca del bien y del mal.” La novia de Frankenstein.
Pocas imágenes cinematográficas son tan memorables como la definitiva de La novia de Frankenstein, cuando, inesperadamente, una criatura salvaje, grotesca pero atractiva a la vez, rechaza al monstruo de Frankenstein emitiendo un sórdido graznido, estamos en presencia de una contundente imagen que ha quedado congelada en la memoria de todo fanático del género. A la vez, fue éste el papel que la valió a la actriz Elsa Lanchester su inmortalidad en el celuloide.
Para personificar a la criatura, la actriz debió soportar largas y tediosas horas de labor, vendada de pies a cabeza. Y una vez que el vendaje se removía, su trabajo de La novia de Frankenstein se mostraba en todo su esplendor, ante la mirada atónita de los presentes, incluído su supuesta futura pareja. El maquillaje, creado por el experto Jack Pierce (también autor del make-up del propio monstruo de Frankenstein, así como los de la momia y el hombre lobo de otras películas), fue todo un hallazgo: luego de largas jornadas de trabajo, emergía el rostro de una mujer palidísima, de mirada profunda, con un aún hoy famoso peinado terminado en punta, de cabello renegrido surcado por listones blancos. Aunque esta criatura aparece en los últimos minutos de la película, su presencia causa tal impacto que bien vale la espera del desarrollo.
Ilustración. Tito Merello