Jerusalem es una fricción entre lo apolíneo y lo dionisíaco, lo moral y lo inmoral, entre lo social y lo antisocial. Es la celebración del caos, el desorden y la libertad.
Jerusalem trata de una civilización que se desintegra. De una generación a la que han robado, o se ha dejado robar, los sueños. De una civilización donde las nuevas urbanizaciones invaden el bosque, antes mágico, y de una sociedad que quiere acabar con aquel que desafía a la ley e incita a la rebelión.
Sin embargo, la rebelión de Johnny Byron el Gallo y los parias que le acompañan solo es una llamada atención y está abocada al fracaso. Jamás tendrá lugar, porque quienes la pretenden no tienen nada con qué sustituir el orden establecido, más allá del caos total representado en la persona de Byron.