La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer. No se trata de una recomendación de nuestro médico de familia, ni tan siquiera una receta biosaludable de nuestro dietista, mucho menos la frase de algunos de nuestros abuelos con el peso hegemónico de su sabiduría octogenaria. Es una reflexión traslucida del novelista Mark Twain. Una certeza del sentido común con el Mississippi de fondo. El mismo río que vio crecer a Tom Sawyer y a Huckleberry Finn de entre el matorral de su imaginación. Al otro lado del río, el de nuestro Mississippi particular, la vida se gesta con recetas elaboradas desde el alma de mucha gente. El Guadiana desde nuestro imaginario orea las dosis a consumir: cariño, equipo y barrio cada ocho horas durante más de diez años.
Escribe el escritor argentino José Narosky que el médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos. En Centro de Salud el Progreso de Badajoz fija su estructura laboral desde esa premisa, trabajar en cuerpo y alma.
El centro de Salud el Progreso construye el corazón vital del norte de la ciudad, desde sus muros de hormigón bombea actividad a todas las arterias del barrio. Al sur limita con la pescadería de Carmelo y la farmacia de Sara Llorente, al oeste con una escuela de educación infantil, al norte con el barrio de las 800 y al este con el IES San José y el colegio de la Asunción. La frontera hacia ese lado, asoma hacia la gran avenida que desgaja por la mitad las calles, otro límite solventando con un bypass de railes y catenarias.
En este mapa trabajan profesionales de la sanidad para realizar una atención primaria y comunitaria de calidad. Una atención que viene de largo, un trabajo que no se consigue de un día para otro y que requiere del esfuerzo de muchos protagonistas. Reflexión y tiempo. Indispensable para extraer conclusiones. El poeta romano Ovidio hizo un pequeño inciso en el Arte de amar para escribir que el tiempo es generalmente el mejor médico.
Y tiempo para darnos la razón. Premios a la “Semana de la Salud” en 2015, Premio de Educación para la Salud para el proyecto “Escuela de Peso”2017, el Primer premio a las “Buenas Prácticas de Educación para la Salud” 2018 o el Premio Saludalia al “mejor centro de salud de Extremadura” son algunos ejemplos. Pero sus profesionales nos hablan de otros premios, los personales, los de sus usuarios, los equipos formados por la gente de las barriadas de las Cuestas de Orinaza, el Progreso, UVA-Santa Engracia, Gurugú y Colorines. Ahí empieza todo. El 3 de octubre del 2005 arranca la aventura.
Hormigón y cristal. Duro y frio por fuera y luminoso por dentro. Una coraza que repele puñetazos y absorbe el alma del barrio. Acero de óxido, listo para una capa antibiótica de minio, un diagnóstico que en este centro de salud tiene un mecanismo muy humano. Espacio abierto y compartido listo para recibir visitas, preparado para volver a coger aire, tratamiento instantáneo, pero también prevención y conexión entre la comunidad del barrio y los profesionales sanitarios.
El primero en abrir y el último en salir, Miguel Ángel, una seguridad que va mucho más allá de una placa acreditativa, una sonrisa y un vademécum repleto de bondad. Lo que uno siente aquí es equipo y la valoración personal de todos aquellos usuarios que cuentan contigo como si formaras parte del personal sanitario.
Entramos. Detrás del mostrador un equipo de administración intentando cuadrar horarios, fechas y analíticas. Y algo más. Los primeros que citan con nombre y apellidos. Veli es una de ellas. Hay que luchar como en todos sitios. Somos la primera cara que ven al entrar. Hay usuarios muy dulces, te tienen aprecio, pero algunos se saltan las normas…en contadas ocasiones. Vengo muy contenta al trabajo. Los residentes y los estudiantes se integran en seguida, eso dice mucho del Centro.
Educación, higiene, respeto, comunidad, equipo. Valores que se convierten en axiomas y que reflejan el trabajo que se realiza en este centro para y por la población de los ciudadanos del norte de las vías del tren. Desde ese observatorio social elaboran sus actividades los profesionales como Isabel Lorido, la responsable de enfermería del centro. En este centro existe una riqueza cultural grande, diferentes etnias, colectivos y religiones. Eso hace al barrio un espacio integrador y nosotros canalizamos a todos estos usuarios.
Lo que uno siente aquí es equipo y la valoración personal de todos aquellos usuarios que cuentan contigo como si formaras parte del personal sanitario.
Para los trabajadores, residentes y personal de prácticas supone un reto constante, un aprendizaje muy enriquecedor. Aquí se trabaja mucho con la comunidad. Lo bueno que tenemos aquí es que todos los que trabajamos creemos todos en lo mismo. Estamos siempre creando proyectos y actividades. La relación con los compañeros es muy buena, eso se nota.
La relación entre el equipo es clave para el funcionamiento de la atención comunitaria. Enfermeras que vienen de Salamanca y Sevilla para hacer la Residencia en el Centro de Salud el Progreso es una muestra de ello. Marta, Residente 2º año de enfermería. Elegí este centro para realizar las prácticas por el programa de actividades que estaban realizando y desde entonces estoy ahora aún más satisfecha y orgullosa de esa elección. La salud comunitaria que se ha realiza en el Progreso es un ejemplo para la sanidad extremeña. Pilar, Residente de 1er año. Este centro tiene mucha actividad comunitaria. Este centro se involucra con el barrio, un aspecto clave para realizar una cantidad de proyectos para la mejora de la salud de la zona. La Escuela de Peso es un ejemplo de integración entre los profesionales de la salud y los usuarios.
María, la estudiante de 6º de Medicina en Lisboa corrobora la vitalidad de este espacio sanitario. Solicité a mi tutor en Portugal este centro para hacer la rotación porque sé que este Centro tiene una actividad impresionante. Soy del barrio y los grupos que han creado como la Escuela de Peso o el programa de higiene dental hacen del servicio de atención primaria una conexión con la zona extraordinaria. Para muchos de mis compañeros de la facultad rotar en el Centro de Salud el Progreso es algo envidiable.
Pilar Montero sale al encuentro en recepción, siempre sonriendo, siempre dispuesta a estar un rato con nosotros. Así trabaja, así imparte formación en el centro. Educativa, afectiva y cercana. Que los ciudadanos aprendan los códigos de prevención en materia de alimentación y salud es el objetivo más lacerante en zonas castigadas como esta. Los protagonistas son ellos. Los pacientes, los usuarios, la población del barrio. Nosotros realizamos nuestro trabajo. Influyen muchos aspectos sociales que tiene el propio barrio para trabajar la atención comunitaria, y uno de ellos es la especial predisposición que tienen para colaborar. El trabajo está enfocado en las personas que viven aquí, no conocemos de primera mano los problemas que tienen en otros barrios de la ciudad, por tanto conocer la morfología cultural y social de este barrio hace que nosotros enfoquemos nuestros proyectos con las características naturales de esta barriada. Desde ese prisma trabajamos. Higiene, salud bucodental o alimentación saludable suponen nuestros objetivos.
La Escuela de Peso tiene detrás gente tan extraordinaria como Lola hace años y el Desayuno Saludable a Beatriz, la veterinaria de este centro. Trabajar aquí con este equipo de compañeros es algo magnífico. Trabajo desde la base y desde la prevención en una barriada que necesita este tipo de ayudas.
Los protagonistas son ellos. Los pacientes, los usuarios, la población del barrio. Nosotros realizamos nuestro trabajo. Influyen muchos aspectos sociales que tiene el propio barrio para trabajar la atención comunitaria, y uno de ellos es la especial predisposición que tienen para colaborar
De nuevo trabajo en equipo, conectando el centro con otros espacios como la farmacia de Sara Llorente, los colegios, institutos o centro sociales. La única vía. Beatriz Hernanz, la veterinaria del Centro de Salud nos habla de la relevante Comisión Comunitaria. Nosotros vemos lo que el consumidor no puede ver y lo que buscamos es preservar la salud de ese consumidor y la seguridad alimentaria. En la educación está la base de la cadena.
Dentro de Comisión Comunitaria de la Salud participamos de manera activa y una de las cosas más enriquecedoras de mi trabajo. Trabajar en equipo aporta una visión más amplia de todos los proyectos que se llevan a cabo. Cada vez comemos peor y ese es nuestro objetivo, detener desde la base ese déficit. Por eso desarrollamos el proyecto “Desayuno Saludable en la Escuela” que está dando sus frutos. Tenemos que hacer saber que significa el código de aquello que te llevas a la boca, si lo desconoces, difícilmente podemos preservar la salud. Es curioso pero los niños no beben agua, solo bebidas azucaradas. Si desde pequeños tenemos esos hábitos será difícil cambiar en la edad adulta. Llevo trabajando tres años con Pilar en este proyecto en los colegios y los chicos te saludan por la calle, es una satisfacción.
Hace poco la Junta de Extremadura ha actualizado los precios que la sanidad pública extremeña cobra por sus servicios. Las nuevas tarifas recogen los gastos que deberán asumir los usuarios que no sean beneficiarios de la Seguridad Social o que por algún otro motivo estén obligados a realizar el pago tras la prestación del servicio por parte de los facultativos. Un día de ingreso en un hospital del Servicio Extremeño de Salud pasará a costar hasta 830 euros, una cantidad que ha subido considerablemente desde los 693 euros, el máximo que se pagaba hasta ahora. Acudir al médico de cabecera en el centro de salud más próximo al domicilio puede suponer un desembolso de 62,56 euros, aunque ascenderá hasta los 86 si es el médico el que tiene que desplazarse hasta casa del paciente.
Seguimos nuestro recorrido, entran y salen pacientes, salen y entran médicos. Consultas, llamadas, recetas y sobre todo mucha atención preventiva, la gestada desde sus inicios para una mejora comunitaria de la salud y un ahorro para nuestra Sanidad Pública. La siempre disponible y cabeza visible, M. Ángeles Maynar coordina el Centro de Salud, la piedra angular de este proyecto. Este centro fue una clara apuesta de profesionales que estábamos en el Centro de Salud de San Fernando cuando pidieron voluntarios y unos cuantos decidimos implantar aquí un trabajo comunitario diferente, al trabajo con la comunidad. Nosotros queríamos trabajar con la participación de la ciudadanía, hacer así la prevención y la promoción de la salud. Y no solo dentro de los límites del centro también fuera de las instalaciones para trabajar no solo con los enfermos, también con la población sana para evitar que enfermen. La primera vez, en atención primaria, que he sabido lo que es trabajar en equipo ha sido en el Centro de Salud del Progreso. Somos un auténtico equipo. Aquí nos hemos enriquecido con los usuarios, la gente del barrio y los compañeros de otros sectores que trabajamos para ser un equipo, los profesores de instituto, los maestros del colegio o los farmacéuticos. Si queremos que el sistema sanitario tal y como lo conocemos, que sea público, gratuito y universal debemos trabajar la promoción de la salud e implicar a la población. En su defecto no vamos a poder hacer nada en el futuro.
No sabemos si está en la planta sótano, en otro despacho, hablando con algún presidente de las diferentes asociaciones del barrio, si tomando un café mientras atiende llamadas de algún usuario del centro…únicamente sabemos que está. Y se nota. Su presencia en el Centro de Salud el Progreso supone una enorme branquia capaz de respirar años y años fuera del agua. Inquieta, activa, cariñosa, directa. En su puerta el cartel está escrito Pedagoga de apoyo, su nombre, Gloria González y en letras mayúsculas, Comunitaria. Sabemos que está porque vienen saludando a pacientes y compañeros. Media sonrisa y mucho oído, le gusta aprender, saber quién es su interlocutor, apuntar todo y sacar provecho de su aprendizaje. Entra la luz por el ventanal de su despacho, pero no quiere fotos, sólo quiere que se difunda que el alma del barrio se debe curar desde los habitantes del mismo barrio.
Ese es su trabajo. Formar conciencias honestas y proactivas para que se diluyan por las callejuelas y se cimienten los valores necesarios para seguir creciendo. Una hora con ella da para mucho. Tantos años en el Centro de Salud supone algo intangible. Los resultados están ahí. Equipo humano y profesional para gente con buena alma. Mi trabajo como pedagoga en el Centro de Salud es el enlace continuo con la comunidad, los colectivos y la formación del equipo. Un trabajo polivalente con un perfil muy amplio, desarrollando acciones en muchas direcciones y haciendo de mi trabajo una motivación permanente. Lo que más motiva de la vida es aprender y enseñar y aquí doy forma a ambos campos.
Este centro de salud es diferente, y es diferente porque hay un empeño de que así sea, no es casualidad. Siempre se ha mantenido la esencia inicial, desde hace 16 años, a pesar de los cambios de equipos profesionales, por el convencimiento de que la atención primaria tiene que ser de otra manera. No es sólo asistencia a demanda sino el esfuerzo por equilibrar esa asistencia con la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y la conexión con la población. Estar trabajando aquí es una suerte, el contacto entre compañeros y gente del barrio me aporta mucho. Aquí no hay elitismo, no existe una jerarquía laboral, y eso hace que todos podamos realizar observaciones de manera natural. Las aportaciones de las distintas profesiones de cada uno enriquecen al conjunto, esa es la base, es lo que hace este centro especial. Los colectivos de esta zona son muy proactivos y nosotros les seguimos el ritmo.
Félix Méndez y Willy López
Proyecto Tan cerca, tan lejos. Fundación CB