VECINOS Y TURISTAS HAN ARROPADO LA FIESTA RELIGIOSA, QUE HA TERMINADO CON UN BALANCE MUY POSITIVO
Nunca llueve a gusto de todos. De ahí que las lluvias de principio de semana no gustaran a algunos de los hermanos y cofrades de la ciudad, que vieron cómo después de una cuaresma eterna, su Semana Santa más esperada se veía empañada. Pero salvo la suspensión de La Espina y María Santísima de la Amargura y la alteración de algunos recorridos, como el de la Oración en el Huerto de La Concepción o La Estación de San Fernando, esta semana ha sabido a gloria a los pacenses. Especialmente el Casco Antiguo se han mostrado abarrotadas de vecinos y turistas que, atraídos por el fervor religioso o la explosión cultural de cada paso, han procesionado por las calles devolviendo a la ciudad el interés turístico de la Semana Santa pacense.
Desde San Roque salía el Domingo de Ramos ‘La Burrita’. Le acompaña el tiempo y las familias, y es que fueron los cofrades más pequeños los que inauguraron esta – tan esperada – Semana Santa. Los flashes se multiplicaron con la salida de Cristo Rey en su entrada triunfal a Jerusalen y el paso de la Virgen de la Palma, que devolvieron a los aledaños de la Iglesia de San Roque el ambiente festivo característico del Domingo de Ramos. Un carácter con el que se esperaba, al día siguiente, a las puertas de la parroquia de La Concepción, cuando a pesar de las nubes se confiaba en la previsión intermitente de lluvia. El tiempo no permitió a la cofradía de los comerciantes realizar el recorrido previsto, y sus nazarenos y la Brigada de Infantería Mecanizada tuvo que recoger su desfile procesional al poco de salir de su casa.
Las Descalzadas también se emocionaron el Martes Santo, aunque no como hubiesen debido. A pesar que dos horas antes se dejaban ver los más devotos de Jesús de la Espina y Martía Santísima de la Amargura merodeando por los alrededores de la Plaza López de Ayala, la hermandad decidió suspender la procesión al no tener la certeza de librarse de la lluvia. Eso sí, tuvieron el gesto de abrir las puertas y que todos sus hermanos pudieran acceder al interior del templo y rezar ante las imágenes. Una pseudoalegría similar a la que experimentaron los fieles de San Fernando y Santa Isabel, que también a consecuencia de la lluvia, vieron su desfile retrasado y su recorrido reducido. Los cofrades del Santísimo Cristo de la Angustia y María Santísima de la Misericordia llegaron hasta San Juan Bautista, desde donde aguardaron a la Procesión Magna del Viernes Santo, volviendo a regalar una de las postales más aclamadas de la Semana Santa pacense a su paso por el Puente de Palmas.
La Pasión de La Magna
El Miércoles Santo se espantaron las nubes y las previsiones de lluvia, y la Semana de Pasión reforzaba su Interés Turístico Nacional. Nuestro Padre Jesús del Amparo, Santísimo Cristo de la Fe, La Piedad y María Santísima del Mayor Dolor volvieron a hacer de la hermandad de Santo Domingo la más antigua de la ciudad. Dejó boquiabierto a todos los que se acercaron a contemplarla con sus cuatro pasos dentro del cortejo, arropados por 150 nazarenos y 40 mujeres de mantilla.
Aunque si algún desfile procesional se esperó con ansia fue la de la patrona. Después de cuatro años – en 2019 esta imagen no pudo salir por motivos meteorológicos -, la Hermandad de la Soledad ha podido sacar sus pasos a la calle en una procesión multitudinaria que revivió el fervor y el inteérs de la fiesta. La primera ‘levantá’ dejó sin aliento a todos aquellos que con antelación se desplazaron hasta la plaza del mismo nombre, al igual que los que esperaban a las puertas de San Agustín. Da igual los años que pasen, ésta seguirá saliendo una de las salidas más sobrecogedoras de la Semana Santa pacense.
Encogió el corazón también el desfile de la Soledad del Viernes Santo, de luto riguroso, llevando a la memoria de todos los presentes el nombre de Jorge Fernández, más que un fotógrafo y más que un compañero. Él se fue haciendo lo que más le gustaba, y por eso el Ayuntamiento de Badajoz ha anunciado que en la próxima Semana Santa se le rendirá un homenaje.
Aunque si un cortejo sobresalió el Viernes Santo fue el de la Procesión Magna, que después de cinco años, aunó a tres mil personas alrededor de doce pasos. El Cristo Rey, la Oración en el Huerto, el Cristo de la Caridad, el Amarrao, Ecce Homo, Cristo de la Espina, Cristo de la Angustia, Cristo del Amor, El Descendimiento, La Piedad, Jesucristo Yacente y Nuestra Señora de las Lágrimas tomaron las calles de la ciudad en un recorrido para mostrar uno de los mayores conjuntos artísticos del patrimonio cofrade pacense. Todo un regalo para los sentidos.
Un año más, el broche de oro lo puso El Encuentro entre Jesús resucitado y su madre en la Plaza de España, momento culmen del Domingo de Resurrección cuando unas gradas abarrotadas de público vieron cómo con la suelta de palomas volaba una Semana de Gloria para la ciudad.
Esmeralda Torres / Félix Méndez